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El equipo de USAER 22 y la Escuela Secundaria Humberto Muñoz Zazueta se unen con profundo compromiso para conmemorar en31007395491?profile=RESIZE_400x sus instalaciones el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, una fecha proclamada en 1992 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y que hoy continúa teniendo un significado esencial para nuestra sociedad. Cada 3 de diciembre, esta conmemoración nos invita a abrir la reflexión, el corazón y la conciencia para reconocer la dignidad, los derechos y las valiosas aportaciones de millones de personas en el mundo.
Este día nos recuerda que la discapacidad no limita el potencial humano; lo que verdaderamente limita son las barreras físicas, sociales, actitudinales y culturales que aún persisten y que, como sociedad,  tenemos la responsabilidad de identificar y eliminar. Desde esta mirada, la inclusión deja de ser solo un concepto y se convierte en un compromiso activo, en un trabajo constante que nos convoca a todos: estudiantes, docentes, familias, instituciones y comunidad.
Al conmemorar esta fecha, reafirmamos la importancia de promover una cultura del respeto, del reconocimiento a la diversidad, y de la igualdad de oportunidades para que cada persona pueda desarrollarse con libertad y dignidad. La accesibilidad universal, el diseño incluyente y la creación de entornos empáticos no solo benefician a quienes viven con alguna discapacidad, sino que enriquecen y fortalecen a toda la comunidad escolar y social.
Es también un día para reconocer los avances y esfuerzos de quienes trabajan incansablemente por una inclusión real: docentes, especialistas, madres, padres, organizaciones y, especialmente, las propias personas con discapacidad, quienes cada día demuestran que la resiliencia, la creatividad y la determinación son fuerzas transformadoras. Sin embargo, también es un recordatorio de los desafíos que aún persisten: garantizar el acceso pleno a la educación, a la salud, al empleo digno, a la movilidad segura y a la participación social sin discriminación.
La verdadera inclusión no se declama; se practica. Se manifiesta en lo cotidiano: en una actitud de apertura, en escuchar con empatía, en adaptar nuestros entornos, en romper prejuicios y en caminar juntos para que nadie quede fuera. Cada gesto, cada ajuste, cada decisión que favorece la igualdad se convierte en un paso hacia un futuro más justo y accesible.
Hoy, USAER 22 y la Secundaria Humberto Muñoz Zazueta reafirman su compromiso con la educación inclusiva, con el acompañamiento respetuoso y con la construcción de espacios que abracen la diversidad. Porque cuando la escuela se convierte en un lugar donde todas las personas pueden aprender, convivir y desarrollarse, se transforma también en un faro de esperanza para nuestra sociedad.
Que este 3 de diciembre nos inspire a seguir trabajando unidos, desde nuestras aulas, oficinas, hogares y comunidades, para construir un entorno donde cada persona pueda ejercer su derecho a ser, a aprender, a participar y a soñar sin barreras.
La inclusión se construye todos los días. Hoy renovamos ese compromiso.

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La Revolución Mexicana, que estalló en 1910 como un trueno que sacudió la calma del país, tardó un tiempo en llegar hasta los confines del Territorio Sur de la Baja California. Desde el principio, el desierto, las montañas rocosas y el mar azul profundo parecían aislados de los conflictos del continente. Sin embargo, en esa aparente lejanía nacía también una inquietud, un rumor que viajaba escondido entre cartas, periódicos y marineros que desembarcaban en los puertos de La Paz, Santa Rosalía y Mulegé. La península, con sus poblaciones dispersas, estaba a punto de entrar en un tiempo de cambios inesperados.
En La Paz, sentado frente al malecón mientras observaba los barcos procedentes de Guaymas y Mazatlán, el maestro Alfredo Green González leía con seriedad las noticias que llegaban del centro del país. Los periódicos hablaban de Francisco I. Madero, del movimiento antirreeleccionista y de los abusos del régimen porfirista. Green, conocido por su carácter pacífico y comprometido con la educación, comenzó a compartir aquellas ideas entre otros maestros y vecinos de confianza. Mientras tanto, el jefe político del territorio, el general Manuel Gordillo Escudero, vigilaba con firmeza cualquier ruido de oposición. Era un militar disciplinado, fiel a Díaz, y sabía que esas noticias podían encender la chispa de un cambio que él no estaba dispuesto a permitir.
Muy al sur, en los pueblos mineros de San Antonio y El Triunfo, los obreros trabajaban bajo el sol inclemente y la vigilancia de los capataces. El estruendo constante de los molinos, el crujido de las carretillas cargadas de mineral y el olor metálico de las vetas marcaban el día a día. Muchos de estos trabajadores habían estado en Sonora o Sinaloa, y traían consigo historias de injusticias, abusos laborales y esperanzas de un futuro más digno. Allí, hombres como Nicolás Castillo Vázquez se reunían por las noches, armados no con fusiles, sino con sus herramientas de trabajo: la barreta de mina, el marro, el pico. No poseían rifles modernos, pero ya discutían sobre el Plan de San Luis y lo que significaría una revolución para ellos y sus familias.
El 1911 llegó con la renuncia de Díaz y el triunfo maderista. Muchos en el territorio pensaron que por fin vivirían una transformación real. Sin embargo, la realidad fue más compleja. En La Paz se vivieron roces políticos entre los funcionarios porfiristas que no querían perder sus privilegios y los partidarios de Madero que exigían reformas. Las tensiones crecieron entre los burócratas leales a Gordillo Escudero y los empleados, maestros y comerciantes que querían un gobierno más justo. También en los pueblos del interior se respiraba un aire nuevo. Mujeres y hombres se atrevían a opinar sobre la política nacional, algo impensable durante el porfiriato.
Pero nada agitó tanto la península como el golpe de Victoriano Huerta en 1913 y el asesinato de Madero. Cuando la noticia llegó en un barco carguero al puerto de La Paz, el pueblo entró en shock. Hubo quienes lloraron abiertamente; otros, incrédulos, leían una y otra vez las líneas que confirmaban el crimen. Ese acto de traición provocó que muchos sudcalifornianos se alinearan con los constitucionalistas liderados por Venustiano Carranza. Los maestros paceños organizaron reuniones secretas, los trabajadores se armaron con lo que tenían a la mano, y algunos rancheros de los pueblos cercanos ofrecieron caballos y víveres a los revolucionarios.
Desde Sonora llegó Esteban Cantú, un militar decidido a asegurar el territorio para la causa constitucionalista. Junto con él venían soldados portando fusiles Mauser, rifles Winchester y carabinas 30-30, armas más modernas de las que la mayoría de los sudcalifornianos había visto. Su presencia provocó inquietud entre los huertistas locales, quienes se atrincheraron brevemente en La Paz, mientras que en el norte la agitación crecía en Santa Rosalía. En esa ciudad minera, dominada por la compañía francesa El Boleo, los obreros comenzaron a mostrar simpatía por los constitucionalistas. La empresa, temerosa de perder el control, trató de evitar que los trabajadores se organizaran, pero las ideas revolucionarias ya circulaban por los campamentos y los túneles de la mina.
En las calles polvorientas de Santa Rosalía, algunas noches podían verse grupos de obreros practicando con viejos rifles Remington, heredados de familiares o comprados en el mercado negro. Otros se organizaban para controlar la entrada y salida de cargamentos que la empresa enviaba al puerto, sospechando que podrían contener armas o recursos destinados al bando contrario. La tensión entre la compañía francesa y los trabajadores llegó a momentos críticos en los que se suspendió la extracción por días, no por falta de mineral, sino por falta de paz.
Mientras las fuerzas constitucionalistas avanzaban, en La Paz la situación se volvió insostenible para los simpatizantes de Huerta. Tras varios días de enfrentamientos breves pero intensos en las afueras de la ciudad, especialmente en zonas como El Centenario y El Carrizal, el control quedó en manos de los revolucionarios. Los huertistas huyeron por mar hacia otros puertos del Pacífico, llevando consigo documentos y pertenencias, pero dejando atrás un pueblo decidido a reconstruir su gobierno local.
En los ranchos de Santiago, Miraflores y Todos Santos, la llegada de tropas de uno u otro bando solía significar la obligación de entregar ganado, caballos o alimentos. Los rancheros, acostumbrados a depender únicamente de su propio trabajo, se vieron forzados a participar en una guerra que no habían pedido, pero que terminó formando parte de su vida. Algunos jóvenes se unieron a las fuerzas constitucionalistas, atraídos por la promesa de un país más justo; otros simplemente se escondían en los cerros cada vez que escuchaban que un grupo armado se acercaba.
Las mujeres desempeñaron un papel crucial. Mercedes Arce, figura representativa de muchas mujeres sudcalifornianas, se convirtió en enlace entre grupos de simpatizantes, llevando mensajes ocultos en dobladillos de faldas, cestas de tortillas o dentro de paños de cocina. Algunas mujeres ofrecían posada a soldados heridos; otras organizaban colectas de alimentos o mantenían escondidas pequeñas reservas de municiones. A falta de grandes batallas, la Revolución en Baja California Sur fue un movimiento de resistencia silenciosa, donde cada gesto contaba.
Para 1915, el territorio estaba casi totalmente bajo control constitucionalista. Con la victoria de Carranza en el escenario nacional, se enviaron delegados federales para reorganizar el territorio. Estos funcionarios impulsaron reformas educativas, modernizaron algunos servicios y buscaron integrar más a la península con el resto del país. Los cacicazgos locales perdieron fuerza, las escuelas comenzaron a multiplicarse y los trabajadores mineros obtuvieron mejoras en las condiciones laborales gracias a la presión ejercida durante los años de conflicto.
En 1917, la promulgación de la nueva Constitución simbolizó el inicio de un nuevo capítulo para Baja California Sur. Aunque geográficamente distantes, sus habitantes empezaron a sentir que formaban parte plena del país, no solo como observadores, sino como participantes activos en la construcción de un México distinto. La Revolución había cambiado la estructura del gobierno local, la organización del trabajo y, sobre todo, la manera en que los sudcalifornianos entendían la política y la justicia.
Con los años, las heridas de aquel periodo fueron cerrando. Las minas siguieron funcionando, los ranchos volvieron a la calma y la vida cotidiana se reanudó con la misma serenidad que siempre había caracterizado a la península. Sin embargo, quedaron historias que los abuelos contarían a sus descendientes: relatos de barcos que traían armas clandestinas, de maestros que se atrevieron a desafiar al gobierno, de mineros que empuñaron herramientas como armas, de mujeres que arriesgaron su vida en nombre de un ideal, y de soldados que cruzaron el desierto llevando la bandera de una revolución que, poco a poco, transformó la identidad de la región.
La Revolución Mexicana no incendió la península con grandes batallas, pero sí dejó una huella profunda. En Baja California Sur, la revolución fue un despertar: una llamada a participar, a exigir justicia y a imaginar un futuro diferente en medio del desierto y el mar. Su impacto, aunque silencioso y pausado, fue tan real como el viento que sopla entre los cardones o como las olas que golpean eternamente la costa. Fue una revolución de ideas, de dignidad y de resistencia, vivida en el extremo más remoto del país, pero sentida con la misma fuerza que en el resto de México.

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La educación en México en 2025 muestra luces y sombras

La educación en México en 2025 se encuentra en un punto de inflexión que refleja tanto los avances impulsados en la última década como los desafíos persistentes que continúan afectando al sistema. Este año representa un momento clave para evaluar el rumbo de las políticas educativas, la incorporación de nuevas tecnologías y la manera en que la sociedad mexicana concibe la formación de niñas, niños y jóvenes en un contexto de constante transformación económica, social y cultural.
Uno de los aspectos más visibles es la ampliación del acceso a herramientas digitales y la consolidación de modelos híbridos de enseñanza. Después de los aprendizajes derivados de la pandemia, muchas escuelas han mantenido estrategias que combinan clases presenciales con recursos en línea, lo cual ha permitido flexibilizar procesos, diversificar materiales didácticos y fomentar la autonomía del estudiantado. Sin embargo, estas ventajas también evidencian desigualdades: no todas las regiones del país cuentan con la infraestructura tecnológica necesaria, y las brechas de conectividad continúan afectando principalmente a las comunidades rurales y zonas marginadas. Así, el avance tecnológico convive con la urgencia de políticas que garanticen condiciones equitativas para que nadie quede rezagado.
Otro reto fundamental en 2025 es la formación y el acompañamiento del personal docente. La actualización pedagógica se ha vuelto indispensable frente a nuevos programas de estudio, enfoques basados en competencias y la integración de plataformas digitales. Aunque existe un esfuerzo institucional por ofrecer capacitación continua, las maestras y los maestros todavía demandan mejores condiciones laborales, reconocimiento profesional y espacios de participación en la construcción de políticas públicas. La calidad educativa no puede entenderse sin el fortalecimiento del trabajo docente, que es el núcleo del proceso de aprendizaje.
La educación básica sigue enfrentando problemas estructurales como el rezago, la deserción y los bajos niveles de comprensión lectora y razonamiento matemático. En este sentido, 2025 ha enfatizado la importancia de estrategias de recuperación y acompañamiento personalizado, especialmente para estudiantes que arrastran dificultades desde años anteriores. Programas de tutorías, intervenciones comunitarias y nuevas metodologías buscan atender estas problemáticas, aunque su éxito depende de una adecuada coordinación entre escuelas, familias y autoridades.
Por otro lado, la educación media superior y superior se encuentran cada vez más vinculadas con las demandas del mercado laboral. La formación técnica, la innovación académica y el impulso al emprendimiento se han convertido en ejes prioritarios, en un intento por preparar a los jóvenes para un entorno económico globalizado y competitivo. No obstante, también surge el debate sobre la necesidad de equilibrar estas orientaciones con una formación humanista que promueva el pensamiento crítico, la ética y la participación ciudadana.
Finalmente, en 2025 la educación en México sigue siendo un espacio donde convergen visiones diversas sobre el futuro del país. La escuela continúa siendo un lugar de encuentro social, de construcción de identidad y de desarrollo de capacidades que trascienden lo académico. Para que el sistema educativo cumpla con su misión transformadora, es indispensable que las políticas públicas, la participación social y la inversión gubernamental se mantengan alineadas con la idea de garantizar una educación inclusiva, pertinente y de calidad para todas y todos.
En conjunto, la educación en México en 2025 muestra luces y sombras: avances significativos en innovación y acceso, pero también desafíos profundos en equidad y calidad. El rumbo que se tome en los próximos años será determinante para asegurar que cada persona tenga la oportunidad de desarrollar su potencial y contribuir al bienestar colectivo.

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Entre la prisa y el cansancio

Esta semana se me está pasando increíblemente rápido, como si los días se deslizaran uno tras otro sin avisar. Pero lo extraño es que,31000356087?profile=RESIZE_400x aunque todo parece ir a una velocidad que casi no puedo seguir, yo me siento cada vez más agobiada. Es una sensación curiosa: la semana corre, pero yo voy cargando una mochila llena de tareas, trabajos de recuperación y pendientes que aparecen por todos lados. A veces siento que no hay un solo rincón donde pueda voltear sin toparme con algo más que “tengo que hacer”.

Desde que empezó la semana me dije a mí misma que iba a organizarme mejor, pero honestamente, no sabía que me esperaba una avalancha de actividades. En cada clase algún profesor recordaba una tarea pendiente o entregaba otra nueva, y mi lista se hacía más larga sin que yo terminara nada. Me doy cuenta de que la escuela no es solo estudiar; también es aprender a sobrevivir a estos momentos donde parece que todo se junta y no hay escapatoria. Y aunque trato de mantener la calma, no puedo evitar sentir que estoy corriendo detrás del tiempo, intentando alcanzarlo sin éxito.

Lo que más me desespera es que, a pesar de que la semana va volando, yo no avanzo tan rápido como quisiera. Me estreso pensando en los trabajos de recuperación, porque sé que dependen de ellos mis calificaciones finales. A veces me pregunto cómo le hacen los demás para no sentirse tan saturados. ¿Será que todos están igual y simplemente lo disimulan? ¿O será que yo soy la única que siente que está navegando en un mar lleno de pendientes?

Pero entre todo este caos también me doy cuenta de algo importante: estoy aprendiendo a ser más fuerte. Cada tarea entregada, cada trabajo que termino aunque esté cansada, me demuestra que puedo con más de lo que creo. Tal vez la semana vaya demasiado rápido y tal vez yo esté demasiado ocupada, pero sigo avanzando. Y aunque me cueste, aunque a veces quiera llorar del estrés, sigo aquí, escribiendo, respirando, y tratando de poner en orden este torbellino que parece no terminar.

Supongo que así es crecer: sentirse saturada, perdida, apurada y, aun así, seguir adelante. Y aunque esta semana haya sido una mezcla de prisa y cansancio, sé que cuando termine me sentiré orgullosa de haberla sobrevivido. Porque, al final, cada día que pasa rápido también me acerca a momentos más tranquilos, y cada tarea que termino me demuestra que, incluso en las semanas más pesadas, no estoy derrotada. Estoy aprendiendo. Y eso también cuenta.

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Una semana pesada, pero con pequeñas victorias

Esta semana ha sido una de las más pesadas que recuerdo30987681664?profile=RESIZE_400x desde que entré a la preparatoria. No sé si es por el cansancio acumulado o porque los exámenes de periodo me tienen con los nervios de punta, pero cada día se ha sentido eterno. Me he pasado horas estudiando, repasando apuntes, tratando de entender temas que todavía me confunden un poco. A veces me da miedo no poder con todo, como si por más que me esfuerce, nunca fuera suficiente.

El lunes empezó con el examen de matemáticas, y aunque al principio pensé que me iba a ir fatal, al final sentí que respondí mejor de lo esperado. Eso me dio un poco de confianza, pero luego vino historia, y ahí sí sentí que mi cabeza no daba para más. A mitad de la semana ya estaba agotada, indecisa entre seguir estudiando o darme un descanso. Me preguntaba si realmente valía la pena tanto esfuerzo, pero luego recordé lo mal que me sentí la última vez que bajé mi promedio. No quiero volver a pasar por eso.

Lo bueno es que hoy me entregaron algunos resultados y, para mi sorpresa, mis calificaciones van mejorando. Tal vez no tengo dieces en todo, pero ver que mi trabajo está dando frutos me hizo sentir orgullosa. Me di cuenta de que, aunque me queje y dude de mí, sí puedo con esto. Solo necesito organizarme mejor y no rendirme cuando las cosas se ponen difíciles.

Ahora que lo pienso, esta semana tan pesada también me enseñó algo importante: el esfuerzo sí vale la pena. No todo tiene que salir perfecto, pero cada mejora cuenta. A veces no se trata de ser la mejor, sino de ser mejor que ayer. Y aunque sigo sintiéndome un poco indecisa sobre cómo manejar tanto estrés, saber que estoy avanzando, aunque sea despacio, me da esperanza. Creo que eso ya es una pequeña victoria.

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La Escuela Secundaria Humberto Muñoz Zazueta celebró con gran orgullo y emoción el Festival del Día de Muertos, la tarde del13770277265?profile=RESIZE_400x jueves 30 de octubre, en un ambiente lleno de color, tradición y sentimiento. Este evento fue posible gracias al esfuerzo conjunto del personal administrativo, las maestras y maestros, el alumnado y la Sociedad de Padres de Familia, quienes unieron talentos y voluntades para rendir homenaje a una de las costumbres más representativas del pueblo mexicano.
La coordinación del festival estuvo a cargo de la profesora Dunia Montaño, profesor Ricardo Cervera, profesor Ángel Monroy y el profesor Francisco Zúñiga, quienes guiaron con entusiasmo las actividades que dieron vida a esta conmemoración. Entre altares, catrinas, flores de cempasúchil, veladoras y papel picado, se recordó con respeto y alegría a quienes ya no están físicamente, pero permanecen vivos en la memoria y el corazón. El atar estuvo dedicado en memoria a David Reyes Murillo quién fue trabajador de la institución.
El Día de Muertos no es solo una fecha en el calendario; es una celebración que fortalece los lazos familiares, el sentido de pertenencia y el orgullo de ser mexicanos. Esta tradición, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, representa la fusión entre el pasado indígena y las creencias contemporáneas, simbolizando el amor, la esperanza y la continuidad de la vida.
En la secundaria Humberto Muñoz Zazueta, se busca que las y los estudiantes comprendan la profundidad de esta festividad, que aprendan a valorar las raíces culturales que nos identifican como nación y que reconozcan en el arte, la música y la convivencia comunitaria, una forma de mantener viva la historia.
La finalidad de esta conmemoración es transmitir, promover y preservar nuestras raíces culturales, reafirmando que el Día de Muertos es una de las expresiones más bellas de México 🇲🇽 y un testimonio de cómo nuestro pueblo transforma el dolor en memoria, la ausencia en presencia, y la muerte en celebración de la vida.
En el altar elaborado, en cada ofrenda colocada, en cada canto y representación, se percibió el amor, la creatividad y el respeto de los jóvenes hacia sus tradiciones. Este festival no solo rindió homenaje a los difuntos, sino también a la identidad mexicana, a los valores de unidad, gratitud, respeto y solidaridad que caracterizan a nuestra comunidad educativa.

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Los monstruos de la docencia en 2025

En el corazón de cada aula habitan seres invisibles que acompañan al maestro todos los días. No son alumnos ni autoridades,13769991882?profile=RESIZE_400x tampoco son fantasmas en el sentido literal, pero pesan, se sienten y dejan huellas profundas. Son los monstruos de la docencia: el cansancio emocional, la carga mental, la autoexigencia, la culpa y la frustración invisible.
Cada uno tiene su forma, su voz y su momento para aparecer. El cansancio emocional es el más silencioso. Se instala despacio, entre reuniones interminables, tareas pendientes y la constante atención que demanda el grupo. No es solo agotamiento físico; es el desgaste de dar tanto, de contener, de escuchar, de resolver lo que muchas veces escapa a la propia fuerza del docente.
La carga mental es un monstruo que nunca duerme. Mientras el maestro intenta descansar, ella susurra recordatorios: planear la clase de mañana, llenar formatos, pensar cómo ayudar a ese alumno que no avanza, o cómo explicar mejor ese tema que nadie entendió. Es el ruido permanente de quien trabaja incluso cuando su jornada terminó.
La autoexigencia es el monstruo más exigente. Habita en los ideales del buen docente: innovar, motivar, comprender, lograr resultados. Pero cuando no se alcanza la perfección, la autoexigencia se convierte en juez implacable. Nunca es suficiente, siempre se puede hacer más, siempre se puede ser mejor.
Luego llega la culpa, disfrazada de responsabilidad. Culpa por no poder con todo, por enfermarse, por necesitar un descanso, por llegar tarde 15 minutos y que te lo señale un inexperto, por no cumplir con cada expectativa. La culpa se alimenta del compromiso, y cuanto más ama el docente su labor, más se deja devorar por ella.
Finalmente, está la frustración invisible, aquella que nadie ve porque el docente sonríe, sigue adelante, aparenta fortaleza. Es la tristeza callada de quien da lo mejor y a veces recibe indiferencia, incomprensión o crítica. Es la sensación de que el esfuerzo se diluye, de que los logros no siempre se reconocen, de que la pasión se enfrenta a muros burocráticos.
Pero incluso rodeado de monstruos, el docente sigue. Porque también existen otras presencias: la sonrisa de un alumno, el agradecimiento de un padre, la chispa en los ojos de quien por fin entendió. Esos son los antídotos invisibles, los que mantienen viva la vocación.
Reconocer estos monstruos no es rendirse ante ellos, sino nombrarlos para poder enfrentarlos. La docencia necesita espacios de cuidado, de apoyo emocional, de descanso y de reconocimiento. Solo así los monstruos pierden fuerza, y el maestro puede volver a ser lo que siempre fue: un faro que, aun cansado, sigue iluminando.

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En una época en la que los dispositivos digitales dominan la vida cotidiana y el aprendizaje escolar, la escritura a mano sigue13761680256?profile=RESIZE_400x siendo una habilidad fundamental e insustituible. Aunque hoy en día los estudiantes se acostumbran a escribir en teclados, pantallas táctiles y procesadores de texto, la ciencia ha demostrado que el simple acto de mover un lápiz o una pluma sobre el papel tiene efectos profundos en el cerebro y en el desarrollo cognitivo. Escribir a mano no solo mejora la motricidad y la ortografía, sino que también activa zonas cerebrales relacionadas con la memoria, la comprensión y la creatividad, lo que hace de esta práctica una herramienta básica para el aprendizaje.
Los estudios realizado en diversas Universidades, revelaron que cuando los niños escriben a mano se activa una mayor cantidad de conexiones neuronales en comparación con cuando utilizan un teclado. Los investigadores demostraron que el movimiento físico de formar letras con la mano estimula áreas del cerebro vinculadas con el pensamiento, la atención y la memoria. Escribir con pluma o lápiz no es un acto mecánico; es una experiencia neurológica compleja que involucra la coordinación de los ojos, la mano y el cerebro, generando una sinergia que fortalece las funciones cognitivas. En cambio, al teclear, los movimientos son automáticos y repetitivos, lo que limita la estimulación cerebral.
Este hallazgo cobra especial relevancia en el contexto educativo actual, donde la tecnología se ha convertido en un recurso imprescindible. Si bien las computadoras, tabletas y dispositivos digitales pueden facilitar el acceso a la información y ampliar las formas de aprender, su uso excesivo puede debilitar ciertas habilidades esenciales. La clave, por tanto, no es rechazar la tecnología, sino encontrar un equilibrio que permita aprovechar sus ventajas sin renunciar a los beneficios del cuaderno y la pluma. Los alumnos que escriben a mano suelen tener una mejor comprensión lectora, retienen más información y desarrollan un pensamiento más estructurado. Además, la escritura manual favorece la concentración y la reflexión, elementos que muchas veces se pierden en el ritmo acelerado del entorno digital.
El cuaderno sigue siendo un espacio íntimo donde el estudiante organiza sus ideas, reflexiona y construye conocimiento. La pluma o el lápiz se convierten en extensiones del pensamiento, instrumentos que no solo sirven para registrar, sino también para comprender. Escribir a mano implica detenerse, pensar antes de trazar, corregir, volver a escribir; es un proceso más lento, pero profundamente formativo. Por el contrario, el teclado favorece la rapidez y la inmediatez, pero reduce la conexión emocional con lo que se escribe. Numerosos docentes coinciden en que los alumnos que conservan el hábito de escribir a mano desarrollan mayor claridad mental y capacidad crítica.
Preservar la escritura manual en la escuela no es una nostalgia del pasado, sino una necesidad del presente. En un mundo digitalizado, donde la atención es fragmentada y la información fluye sin pausa, escribir a mano representa un acto de resistencia intelectual, un ejercicio que fortalece la mente. Cuaderno y pluma deben seguir siendo aliados esenciales del aprendizaje, no como sustitutos de la tecnología, sino como complementos que garantizan un desarrollo cognitivo integral. La educación del futuro requiere equilibrio: aprovechar la tecnología para expandir horizontes, pero mantener viva la escritura manual como una práctica que protege el cerebro, enriquece el pensamiento y forma mejores estudiantes.

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¡Manos arriba! La autoridad del docente en el aula

Su papel no se limita a la transmisión de conocimientos, sino que implica la construcción de un ambiente de respeto, confianza y13761667869?profile=RESIZE_400x aprendizaje significativo. Sin embargo, en muchas ocasiones, esta autoridad se ve afectada por presiones externas, jerárquicas o administrativas que limitan su autonomía profesional. Es indispensable reflexionar sobre la importancia de que el maestro ejerza su labor con libertad pedagógica, sin la constante vigilancia o imposición de la autoridad educativa representada por el director, subdirector o coordinador académico.

En el nivel preescolar, la autoridad del docente se manifiesta de forma cálida, afectiva y formativa. La maestra o el maestro de preescolar es, para los niños, una figura de guía y seguridad. Su autoridad no se impone con rigidez, sino que se gana mediante la empatía, el cuidado y la constancia. En este nivel, la autonomía docente es crucial, pues cada grupo y cada niño tiene ritmos y necesidades distintas que difícilmente pueden estandarizarse mediante reglas o exigencias externas. Un docente de preescolar que trabaja sin presión puede diseñar ambientes de aprendizaje creativos, respetuosos y estimulantes, donde la curiosidad y el juego se convierten en las herramientas principales del desarrollo infantil.

En la educación primaria, la autoridad del docente cobra un carácter más estructurado. Los niños comienzan a comprender normas, responsabilidades y la importancia de la disciplina. Aquí, la autoridad del maestro debe ser firme pero justa, basada en el ejemplo y la coherencia. Cuando el docente tiene la libertad de planear, de decidir cómo y con qué recursos trabajar, puede responder mejor a las características de sus alumnos y lograr aprendizajes duraderos. Por el contrario, cuando el trabajo del maestro está condicionado por indicaciones excesivas de directivos o coordinadores, se pierde la esencia pedagógica. El docente deja de ser un profesional reflexivo para convertirse en un ejecutor de órdenes, lo cual empobrece la enseñanza y desmotiva tanto a los alumnos como al propio maestro.

En el nivel de secundaria, la autoridad docente enfrenta un desafío mayor: la adolescencia. En esta etapa, los jóvenes cuestionan, buscan independencia y exigen autenticidad. La autoridad del maestro no se sostiene por el cargo o el poder, sino por la congruencia, el conocimiento y la capacidad de inspirar. Un docente que puede ejercer su autoridad sin presiones externas logra establecer una relación de respeto mutuo, donde el estudiante reconoce al maestro como guía y no como figura de control. Sin embargo, cuando el maestro está sometido al constante juicio o la injerencia de las autoridades escolares, se genera un ambiente de desconfianza. El docente pierde seguridad, el grupo percibe esa tensión, y el proceso educativo se debilita.

La verdadera autoridad del maestro no debería depender de una estructura jerárquica que supervise cada movimiento, sino del reconocimiento social y profesional de su labor. La confianza institucional es clave. Los directores, subdirectores o coordinadores académicos deben entender que su función no es imponer, sino acompañar, orientar y generar condiciones para que los docentes puedan ejercer su labor con autonomía y responsabilidad. La educación no mejora con control, sino con confianza. Un maestro que se siente respaldado y libre para decidir cómo enseñar es un profesional comprometido, creativo y capaz de transformar su aula en un espacio de aprendizaje auténtico.

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La celebración del Día de Muertos en México es una tradición profundamente arraigada que honra a los seres queridos que13758468463?profile=RESIZE_400x partieron, mezclando creencias prehispánicas, católicas y familiares en una fiesta de memoria, color, sabores y símbolos. Durante los días 1 y 2 de noviembre, o incluso unos días antes y después, muchas comunidades instalan altares u ofrendas con fotografías de los difuntos, velas, flores, especialmente cempasúchil, papel picado, calaveras de azúcar, pan de muerto, objetos personales de quienes ya no están y comida y bebida que les gustaba. Ese rito tiene la idea de que las almas regresan brevemente para convivir con los vivos, y los vivos participan en el recuerdo y la celebración de la vida que continúa. En muchos panteones las familias limpian y adornan tumbas, pasan la noche, comparten relatos, música y alimentos. En México, esta festividad fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, precisamente por su valor simbólico, social y comunitario.

En el estado de Baja California Sur la tradición del Día de Muertos se adapta a su contexto cultural y geográfico y se vive de manera muy visible mediante varios eventos públicos que integran tradición, arte, turismo y participación ciudadana. Por ejemplo, en la ciudad de La Paz el XXV Festival Tradicional de Día de Muertos 2025 organizado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura se llevará a cabo el 2 de noviembre a partir de las 17:00 horas en la Unidad Cultural “Prof. Jesús Castro Agúndez”. En ese festival los asistentes podrán disfrutar de espectáculos infantiles y juveniles de teatro y música, presentaciones de danza folklórica, orquesta de alientos, música contemporánea, además de la tradicional pasarela de catrinas y la premiación de concursos alusivos al Día de Muertos. En el pueblo mágico de Todos Santos el Festival del Día de Muertos 2025 se llevará a cabo los días 1 y 2 de noviembre en la Plaza Pública Francisco I. Madero; incluirá altares comunitarios, desfiles, muestra gastronómica, exposiciones culturales, concursos de catrinas y altares incluso para mascotas, y actividades como talleres, venta de comida típica, y una gran visibilidad comunitaria. En Cabo San Lucas se organizará el Festival Náutico de Día de Muertos 2025 del 1 al 4 de noviembre, que mezcla tradición con entorno marino: altares flotantes en la bahía, danzas tradicionales, instalaciones artísticas y actividades culturales para locales y visitantes. Estas manifestaciones muestran que en Baja California Sur la celebración es tanto un rito de homenaje como una oportunidad de convivencia, creatividad y turismo cultural. En resumen, en BCS la celebración del Día de Muertos se ha convertido en una experiencia que integra memoria, tradición, arte y comunidad en múltiples municipios, donde los altares, las catrinas, la música, los concursos y las ofrendas dan vida a esta tradición tan mexicana.
La celebración del Día de Muertos influye profundamente en los jóvenes, ya que les permite mantener un vínculo con sus raíces, comprender el valor de la memoria y fortalecer su identidad cultural. En una época dominada por la tecnología y las tendencias globales, esta tradición mexicana actúa como un puente entre generaciones, ayudando a los jóvenes a conectar con sus antepasados y con el significado simbólico de la vida y la muerte. Participar en la elaboración de altares, en los concursos de catrinas o en los festivales culturales que se organizan en lugares como La Paz, Los Cabos o Todos Santos, les ofrece una oportunidad de expresión artística y emocional, donde el respeto y la creatividad se mezclan.

En Baja California Sur, muchos jóvenes forman parte activa de los festivales del Día de Muertos: elaboran altares escolares, participan en danzas, música o teatro, diseñan vestuarios para pasarelas de catrinas o colaboran en proyectos de rescate de tradiciones. Estas actividades les permiten apreciar la importancia de sus raíces, fomentar la colaboración comunitaria y entender que la muerte no es solo un final, sino una continuidad dentro del ciclo de la vida. Además, el contacto con estas manifestaciones culturales les brinda una alternativa frente a la pérdida de identidad o la influencia de culturas externas, fortaleciendo su sentido de pertenencia. Para muchos, esta festividad también se convierte en un espacio de reflexión sobre la familia, la empatía y la trascendencia, al tiempo que impulsa el arte y la creatividad juvenil en el contexto de una de las tradiciones más importantes de México.

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Aplicación de la Tecnología en el Aula en Secundaria

La integración de la tecnología en el aula de secundaria se ha convertido en un componente esencial de la educación moderna.13758466280?profile=RESIZE_400x En un mundo donde los estudiantes están inmersos en dispositivos digitales y plataformas en línea, la escuela debe adaptarse para aprovechar estas herramientas y transformar la experiencia de aprendizaje.
Una de las mayores ventajas de la tecnología en el aula es su capacidad para aumentar el compromiso de los estudiantes. Las pizarras interactivas, las tabletas y los ordenadores portátiles permiten a los profesores crear lecciones más dinámicas y participativas. En lugar de depender únicamente de los libros de texto y las conferencias, los estudiantes pueden interactuar con simulaciones, videos educativos y juegos interactivos que hacen que el aprendizaje sea más atractivo y memorable. Además, las herramientas de colaboración en línea facilitan el trabajo en equipo y el intercambio de ideas, lo que puede mejorar las habilidades sociales y comunicativas de los alumnos.
La tecnología también permite personalizar el aprendizaje. Las plataformas educativas adaptativas pueden ajustar el nivel de dificultad de las tareas y los ejercicios según las necesidades individuales de cada estudiante. Esto significa que los alumnos que tienen dificultades en un área específica pueden recibir apoyo adicional, mientras que aquellos que avanzan más rápido pueden ser desafiados con actividades más complejas. Esta personalización puede ayudar a los estudiantes a aprender a su propio ritmo y a desarrollar una mayor confianza en sus habilidades.
Además de mejorar el compromiso y la personalización, la tecnología facilita el acceso a una gran cantidad de información y recursos. Los estudiantes pueden utilizar Internet para investigar temas, acceder a bibliotecas digitales y conectarse con expertos en diferentes campos. Esto les permite desarrollar habilidades de investigación y pensamiento crítico, así como aprender a evaluar la credibilidad de las fuentes en línea. Los profesores también pueden utilizar la tecnología para acceder a recursos educativos de alta calidad y compartirlos con sus estudiantes.
Sin embargo, la integración de la tecnología en el aula también presenta desafíos. Uno de los mayores es la necesidad de formar a los profesores en el uso efectivo de estas herramientas. No basta con simplemente proporcionar a los docentes acceso a la tecnología; también deben aprender a integrarla de manera significativa en su práctica pedagógica. Esto requiere tiempo, recursos y un compromiso continuo con el desarrollo profesional.
Otro desafío es la brecha digital. No todos los estudiantes tienen acceso a ordenadores y a Internet en casa, lo que puede crear desigualdades en el aula. Para abordar este problema, las escuelas deben proporcionar acceso a la tecnología a todos los estudiantes, ya sea a través de programas de préstamo de ordenadores portátiles o de la creación de laboratorios informáticos.
Finalmente, es importante tener en cuenta los riesgos asociados con el uso de la tecnología, como el ciberacoso y la exposición a contenido inapropiado. Las escuelas deben implementar políticas claras sobre el uso de la tecnología y educar a los estudiantes sobre cómo protegerse en línea.

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La enseñanza del español en la educación secundaria se enfrenta al desafío constante de motivar a los estudiantes y hacer que el13758464656?profile=RESIZE_400x aprendizaje sea significativo y relevante. En un mundo en rápida evolución, donde la tecnología y las nuevas formas de comunicación dominan, es crucial que los docentes adopten estrategias innovadoras que capten la atención de los alumnos y fomenten un entendimiento profundo del idioma. Este escrito explora algunas de estas estrategias, destacando su importancia y cómo pueden transformar la experiencia educativa.
Una de las estrategias más efectivas es la incorporación de la tecnología en el aula. Herramientas como plataformas interactivas, aplicaciones educativas y recursos multimedia pueden enriquecer las lecciones y hacerlas más atractivas. Por ejemplo, en lugar de simplemente leer una obra literaria, los estudiantes pueden participar en foros en línea donde discuten los temas y personajes, o crear presentaciones multimedia que exploren diferentes aspectos del libro. Además, el uso de videos y podcasts puede ayudar a los alumnos a mejorar su comprensión auditiva y a exponerse a diferentes acentos y dialectos del español.
Otra estrategia innovadora es el aprendizaje basado en proyectos. Este enfoque permite a los estudiantes aplicar sus conocimientos en situaciones prácticas y resolver problemas reales. Por ejemplo, pueden crear un periódico escolar en español, organizar un debate sobre un tema de actualidad, o escribir y representar una obra de teatro. Al trabajar en proyectos, los alumnos desarrollan habilidades de investigación, colaboración y pensamiento crítico, al tiempo que mejoran su dominio del idioma.
El fomento de la creatividad y la expresión personal es también fundamental. Los docentes pueden animar a los estudiantes a escribir poemas, cuentos, o canciones en español, y a compartir sus creaciones con el resto de la clase. También pueden organizar actividades como concursos de ortografía, recitales de poesía, o representaciones teatrales, que permitan a los alumnos mostrar su talento y ganar confianza en sus habilidades lingüísticas.
Además, es importante conectar el aprendizaje del español con la vida cotidiana de los estudiantes. Esto puede lograrse mediante el uso de materiales auténticos, como noticias, anuncios, o canciones en español, que reflejen la realidad del mundo hispanohablante. También se pueden organizar salidas culturales a museos, teatros, o restaurantes, que permitan a los alumnos experimentar la lengua y la cultura en un contexto real.
Finalmente, la evaluación debe ser vista como una oportunidad para el aprendizaje, no como un simple ejercicio de calificación. Los docentes pueden utilizar diferentes métodos de evaluación, como portafolios, presentaciones orales, o proyectos escritos, que permitan a los estudiantes demostrar su progreso de manera integral. También es importante proporcionar retroalimentación constructiva y personalizada, que ayude a los alumnos a identificar sus fortalezas y áreas de mejora.

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Para 2025, la vida emocional de los maestros en México se presenta como un mosaico complejo, tejido con hilos de desafíos13758462885?profile=RESIZE_400x persistentes y brotes de esperanza. Imagina un aula donde la tecnología, aunque omnipresente, no ha logrado disipar la niebla del estrés administrativo que pesa sobre los hombros de los educadores. Cada día, estos profesionales se enfrentan a la ardua tarea de equilibrar la enseñanza con la documentación exhaustiva que exige el sistema, una carga que, en lugar de aligerarse, parece haberse intensificado con el tiempo. La presión por obtener resultados, medida a través de exámenes estandarizados, sigue siendo una espada de Damocles que pende sobre sus cabezas, limitando su creatividad y sofocando la alegría de enseñar por el mero placer de transmitir conocimiento.
Pero no todo es sombrío. En este futuro cercano, la conciencia sobre la salud mental ha florecido, como un jardín que se abre paso entre el concreto. Las escuelas, convertidas en santuarios de bienestar, ofrecen programas de apoyo emocional que brindan a los maestros las herramientas necesarias para navegar las turbulentas aguas del estrés y el agotamiento. Comunidades de aprendizaje, tejidas con hilos de colaboración y empatía, se han fortalecido, permitiendo a los educadores compartir experiencias, estrategias y recursos, creando un sentido de pertenencia que antes era solo un anhelo.
Sin embargo, la tecnología, esa herramienta de doble filo, ha añadido nuevas capas de complejidad a la ecuación. La sobrecarga digital, con su constante flujo de información y la necesidad de dominar nuevas plataformas, amenaza con sumir a los maestros en un laberinto de pantallas y notificaciones. La desigualdad digital, una cicatriz persistente en el tejido social, sigue dividiendo a los educadores, dejando a algunos varados en la orilla de la brecha tecnológica, mientras que otros navegan con soltura por las autopistas de la información.
En medio de este panorama desafiante, los maestros han demostrado una resiliencia admirable. Han aprendido a cultivar la autocompasión, a practicar el mindfulness y a gestionar el estrés con una determinación inquebrantable. Buscan el apoyo de sus colegas, amigos y familiares, compartiendo sus alegrías y tristezas, encontrando consuelo en la compañía de quienes comprenden su vocación. Establecen límites claros entre su vida personal y profesional, reservando tiempo para actividades que nutren su alma y les permiten recargar energías.
Pero la violencia escolar, un espectro que acecha en los pasillos y las aulas, sigue siendo una preocupación latente. Los maestros, convertidos en guardianes de la paz, se enfrentan a situaciones de acoso, intimidación y agresión, que dejan cicatrices emocionales difíciles de borrar. La falta de reconocimiento, un eco constante en el vacío de la valoración social, sigue minando la moral de los educadores, quienes a menudo sienten que su arduo trabajo pasa desapercibido.
En 2025, la situación emocional de los maestros en México es un crisol de emociones, un campo de batalla donde la esperanza y la desesperación se entrelazan en una danza constante. Es imperativo que las autoridades educativas, las escuelas y la sociedad en su conjunto unan fuerzas para apoyar a estos héroes anónimos, brindándoles las herramientas, el reconocimiento y el apoyo emocional que necesitan para seguir iluminando el camino de las futuras generaciones. Solo así podremos garantizar que la llama de la educación siga ardiendo con fuerza en el corazón de México.

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En la educación secundaria, donde confluyen múltiples desafíos académicos, personales y sociales, el Plan de Intervención13726621086?profile=RESIZE_400x Pedagógica se consolida como una herramienta fundamental para sostener las trayectorias escolares de estudiantes que requieren apoyos específicos para aprender, participar y permanecer en la escuela.
Este nivel educativo se caracteriza por su estructura más fragmentada, con múltiples docentes por materia, mayor exigencia curricular, y una etapa vital atravesada por transformaciones personales profundas. En este escenario, detectar a tiempo las barreras que dificultan el aprendizaje y organizar respuestas pedagógicas adecuadas es clave para garantizar el derecho a la educación.
¿Qué es un Plan de Intervención Pedagógica?
Es un documento técnico y pedagógico que sistematiza las acciones que se implementarán para acompañar a un estudiante que presenta alguna necesidad educativa específica, ya sea de carácter transitorio o permanente.
Este plan tiene como finalidad facilitar el acceso, la permanencia y el egreso del alumno dentro del sistema educativo común, respetando sus tiempos, posibilidades y singularidades. No se trata de una adaptación improvisada, sino de un proceso intencional, reflexivo y colaborativo.
¿Cuándo se elabora?
El plan de intervención puede elaborarse:
Al inicio del ciclo lectivo, como resultado de la detección inicial o del seguimiento de años anteriores.
Durante el año, cuando se identifican barreras que impactan en el rendimiento, la participación o el bienestar del estudiante.
Ante situaciones puntuales, como el regreso de una licencia médica prolongada, un cambio de contexto familiar o escolar, dificultades emocionales, o necesidades educativas derivadas de una discapacidad o condición específica.
¿Qué debe contener?
Un Plan de Intervención en secundaria debe incluir:
Diagnóstico pedagógico
Una mirada integral sobre el estudiante: fortalezas, dificultades, intereses, estilo de aprendizaje, vínculos, contextos familiares y sociales.
Objetivos específicos
Metas claras y alcanzables a corto o mediano plazo. Pueden ser académicos, socioemocionales o vinculados a la autorregulación, autonomía o hábitos de estudio.
Estrategias pedagógicas y adecuaciones
Incluyen formas de presentar los contenidos, ajustar consignas, evaluar de manera diferenciada, permitir otras formas de participación y brindar apoyos concretos (materiales, organizativos, emocionales).
Articulación docente
Dada la estructura del nivel, es fundamental coordinar entre los diferentes docentes de materias, preceptores y equipos de orientación, para evitar contradicciones o sobrecarga para el estudiante.
Rol de la familia y del estudiante
Incluir a la familia y al propio estudiante en la construcción del plan favorece la apropiación, el compromiso y la continuidad del proceso.
Seguimiento y evaluación
Establecer fechas de revisión, criterios de evaluación y espacios de reflexión conjunta sobre los avances y ajustes necesarios.
¿Por qué es importante en secundaria?
El Plan de Intervención permite:
Sostener trayectorias educativas en riesgo por dificultades académicas, emocionales o contextuales.
Evitar la repetición como única respuesta ante el bajo rendimiento.
Prevenir el abandono escolar, mediante un acompañamiento personalizado.
Visibilizar a los estudiantes con necesidades específicas, sin etiquetarlos, ni sobreprotegerlos.
Favorecer el trabajo en red, articulando la tarea de docentes, equipos técnicos, tutores y familias.
Entonces, el Plan de Intervención Pedagógica en escuela secundaria no es un recurso exclusivo para estudiantes con discapacidad o diagnósticos formales, sino una herramienta de apoyo flexible que reconoce la diversidad de trayectorias que habitan nuestras aulas.
Elaborarlo y sostenerlo implica asumir una mirada pedagógica comprometida, sensible y profesional, que no se limita a enseñar contenidos, sino que busca generar condiciones reales para que cada estudiante pueda aprender, progresar y construir un proyecto de vida con sentido.
En una etapa educativa donde muchos adolescentes atraviesan momentos de crisis, dudas o vulnerabilidad, el plan de intervención representa una oportunidad para intervenir a tiempo, acompañar con respeto y ofrecer caminos alternativos para alcanzar los mismos objetivos educativos, desde distintos puntos de partida.

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Unidad didáctica: El ciclo del agua13726333874?profile=RESIZE_400x
Nivel: 5.º grado de primaria
Área: Ciencias Naturales
Duración: 3 clases de 45 minutos

Objetivo de aprendizaje
Comprender las etapas del ciclo del agua y su importancia para los ecosistemas.
Aplicación de los principios del DUA
1. Múltiples formas de representación (¿Cómo presento los contenidos?)
Objetivo: Asegurar que todos los estudiantes comprendan el contenido, independientemente de sus estilos de aprendizaje o posibles barreras cognitivas o sensoriales.
Estrategias:
Mostrar un video animado breve sobre el ciclo del agua.
Leer un texto adaptado con apoyos visuales (pictogramas o imágenes claves).
Presentar una infografía grande en el aula con las etapas del ciclo.
Explicación oral acompañada de una maqueta simple.
Uso de una canción o rima relacionada con el tema.
2. Múltiples formas de acción y expresión (¿Cómo pueden demostrar lo que aprendieron?)
Objetivo: Ofrecer diferentes formas para que los estudiantes expresen su comprensión, de acuerdo a sus habilidades e intereses.
Opciones para los estudiantes:
Crear un dibujo o historieta explicando el ciclo del agua.
Grabar un audio o video explicando las etapas.
Completar una ficha con palabras clave y flechas para ordenar las fases.
Representar el ciclo del agua mediante una maqueta o experimento casero.
Escribir una breve historia con un personaje que "viaja" por el ciclo del agua.
3. Múltiples formas de compromiso (¿Cómo motivo y mantengo el interés?)
Objetivo: Aumentar la participación activa, conectando con intereses personales y promoviendo la autorregulación.
Estrategias:
Comenzar la clase con una pregunta disparadora: ¿A dónde va el agua cuando llueve?
Permitir que elijan con qué herramienta aprender (video, lectura, maqueta).
Formar pequeños grupos de trabajo colaborativo para compartir ideas.
Usar juegos de roles: un estudiante es la gota de agua, otro el sol, otro las nubes.
Proponer un reto final: "¿Podemos explicarle a otro grado cómo funciona el ciclo del agua?"
Evaluación formativa
La evaluación se realizará observando:
La participación activa en las actividades.
La comprensión conceptual del ciclo del agua, expresada en cualquiera de las formas elegidas.
La capacidad de explicar el proceso con sus propias palabras o representaciones.
Inclusión y accesibilidad
Este diseño permite que:
Estudiantes con dificultades de lectura puedan aprender con videos o imágenes.
Estudiantes con discapacidad motriz puedan expresar lo aprendido verbalmente o mediante grabaciones.
Estudiantes con altas capacidades puedan profundizar con investigaciones o creaciones más complejas.
Todos participen en base a sus intereses, habilidades y necesidades.

Este ejemplo muestra que el DUA no implica hacer clases más complicadas, sino planificar pensando en la diversidad desde el inicio, para que todos los estudiantes tengan igual acceso, motivación y oportunidad para aprender.
El DUA no reemplaza tu forma de enseñar, pero la potencia y la hace más inclusiva y eficaz.

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En la actualidad, hablar de calidad educativa implica necesariamente hablar de inclusión. En cada aula conviven estudiantes con13726226887?profile=RESIZE_400x diferentes ritmos de aprendizaje, intereses, estilos cognitivos, contextos socioculturales y trayectorias escolares. Ante esta diversidad, el desafío docente no es enseñar "lo mismo para todos", sino garantizar que todos aprendan. Aquí es donde el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) se convierte en una herramienta fundamental.

¿Qué es el DUA?
El Diseño Universal para el Aprendizaje es un enfoque pedagógico que busca planificar desde el inicio experiencias de aprendizaje accesibles, flexibles y efectivas para todos los estudiantes, considerando la diversidad como un punto de partida, no como una excepción.

Inspirado en los principios del diseño universal en arquitectura —que busca construir espacios accesibles para todas las personas desde el diseño inicial, sin necesidad de adaptaciones posteriores—, el DUA propone lo mismo en educación: no adaptar después, sino diseñar para todos desde el principio.

¿Para qué le sirve el DUA al docente?
Responde a la diversidad sin perder el control del aula
El DUA ofrece al docente una estructura clara para planificar clases que contemplen distintos niveles de habilidad, sin tener que hacer una planificación distinta para cada estudiante. Así, evita improvisaciones o adaptaciones de último momento, y permite enseñar con mayor fluidez y efectividad.

Facilita la inclusión de estudiantes con necesidades específicas
Estudiantes con discapacidad, con estilos de aprendizaje diferentes, con desafíos emocionales o con talentos sobresalientes se benefician de un entorno de aprendizaje diseñado desde el inicio para contemplar sus características. El DUA reduce barreras antes de que aparezcan.
Promueve una enseñanza más creativa y significativa
Al utilizar múltiples formas de enseñar, evaluar y motivar, el DUA invita al docente a ampliar sus estrategias didácticas. Esto enriquece las clases, fomenta la participación activa del alumnado y mejora el clima en el aula.
Mejora los resultados de aprendizaje para todos
No solo los estudiantes con dificultades se benefician. Al ofrecer múltiples formas de acceso a la información (visual, auditiva, kinestésica), de expresión del aprendizaje y de motivación, el DUA permite que todos los estudiantes encuentren una forma de aprender que se adapte mejor a sus características.
Articula mejor con las políticas de equidad e inclusión
En muchos países, el DUA está alineado con los marcos legales de inclusión educativa. Implementarlo ayuda al docente a cumplir con la normativa vigente, no como una carga burocrática, sino como una vía para mejorar su práctica pedagógica.

Los tres principios del DUA
El DUA se organiza en torno a tres principios básicos que guían la planificación:
Proporcionar múltiples formas de representación
¿Cómo presentamos la información?
Se trata de ofrecer los contenidos de distintas formas: textos, imágenes, gráficos, videos, experiencias prácticas, lecturas adaptadas, etc. Así se responde a diferentes formas de percepción y comprensión.
Proporcionar múltiples formas de acción y expresión
¿Cómo permitimos que los estudiantes demuestren lo que saben?
Se promueve que los alumnos puedan expresar sus aprendizajes de distintas maneras: oralmente, por escrito, mediante proyectos, presentaciones, dramatizaciones, etc.
Proporcionar múltiples formas de compromiso
¿Cómo motivamos a los estudiantes?
Aquí se busca despertar el interés, mantener la atención y fomentar la autorregulación. Se consideran la elección, la conexión con intereses personales, el trabajo en equipo y el establecimiento de metas claras.
Una invitación a transformar la enseñanza
Adoptar el DUA no significa descartar lo que ya funciona, sino mirar la práctica con otros ojos, buscando siempre remover obstáculos y abrir caminos. No se trata de hacer más trabajo, sino de planificar mejor, con herramientas que permitan llegar a más estudiantes de forma más efectiva.
El DUA no es solo una metodología, es una mirada ética y pedagógica que reconoce que la diversidad no es un problema que resolver, sino una riqueza que atender.
Entonces. el DUA le sirve al docente para:
Planificar clases inclusivas desde el inicio.
Aumentar la participación y motivación del alumnado.
Favorecer la equidad sin perder calidad.
Reducir la necesidad de adaptaciones individuales.
Enriquecer su práctica profesional.

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En el aula, los docentes nos encontramos con una diversidad de estudiantes, cada uno con ritmos, estilos y potencialidades13726021272?profile=RESIZE_400x distintas. Dentro de esa diversidad, existe un grupo de alumnos que destaca por sus aptitudes sobresalientes o por poseer un talento específico. Reconocer estas características no solo permite personalizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino también generar condiciones que favorezcan el desarrollo integral de cada estudiante.

¿Qué entendemos por aptitudes sobresalientes?
Las aptitudes sobresalientes se refieren a la capacidad de un alumno para desempeñarse significativamente por encima del promedio en uno o varios dominios cognitivos. Estas pueden manifestarse en el pensamiento lógico, la memoria, la creatividad, el lenguaje, la comprensión matemática, entre otros. Son, en esencia, potencialidades generales, que se presentan de forma más o menos evidente, y que no siempre se expresan en buenos resultados académicos si no encuentran el entorno adecuado para desarrollarse.

¿Qué es el talento específico?
El talento específico, en cambio, se manifiesta como una habilidad destacada en un área concreta: puede ser la música, el arte, el deporte, la ciencia, la tecnología, la resolución de problemas complejos, o incluso las relaciones interpersonales. Es una expresión más focalizada de las capacidades del estudiante y suele estar acompañada de un alto nivel de motivación hacia la actividad en la que se destaca.

¿Cómo se relacionan?
Ambos conceptos están estrechamente relacionados, pero no deben confundirse. Mientras que las aptitudes sobresalientes son el terreno fértil, el talento específico es el fruto que puede brotar si se cultiva adecuadamente. Es decir, un estudiante puede tener un gran potencial general (aptitudes), pero necesitar tiempo, experiencias y estímulos adecuados para desarrollar un talento concreto. A su vez, hay estudiantes cuyo talento específico puede sobresalir incluso si no poseen un perfil cognitivo sobresaliente de manera global.

Por ejemplo, un niño con pensamiento visual-espacial avanzado puede no destacarse en la lectura o en matemáticas, pero sí tener un talento excepcional para el dibujo técnico o la construcción tridimensional. Del mismo modo, una alumna con gran sensibilidad auditiva y memoria musical podría mostrar bajo interés en otras áreas curriculares, pero destacar como intérprete musical si se le ofrece la oportunidad.

Identificar estas características requiere de una observación pedagógica atenta y continua. No se trata solo de los estudiantes con mejores calificaciones, sino de aquellos que presentan formas de pensar o resolver problemas diferentes, intereses inusuales para su edad, o que demuestran una habilidad destacada cuando trabajan en ciertas áreas.

Algunas acciones clave para el docente son:
Observar más allá del rendimiento académico, prestando atención a la creatividad, la curiosidad, la perseverancia y el estilo de aprendizaje.

Ofrecer oportunidades variadas de expresión y exploración en el aula (arte, ciencia, tecnología, trabajo colaborativo, debates, etc.).
Diseñar actividades abiertas y desafiantes, que permitan a los estudiantes avanzar a su ritmo y profundidad.
Trabajar en equipo con orientadores, familias y otros docentes para elaborar estrategias de acompañamiento y enriquecimiento.

Desarrollar una mirada que reconozca el talento y las aptitudes sobresalientes no debe confundirse con prácticas elitistas. Al contrario, es parte de una educación inclusiva, que entiende que la equidad también implica brindar más a quienes pueden y necesitan más. Es reconocer que todos los estudiantes tienen derecho a aprender algo nuevo cada día, incluidos aquellos que pueden ir más allá del currículo convencional.

Entonces, comprender la relación entre aptitudes sobresalientes y talento específico es una herramienta poderosa para transformar nuestra práctica docente. Implica ver a cada estudiante como un ser único, con un potencial que no siempre se ajusta a los moldes tradicionales. Nuestra labor no es encasillar, sino abrir puertas: a la creatividad, al pensamiento profundo, a la curiosidad, y sobre todo, al desarrollo pleno de cada alumno.

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Es una evaluación que realiza la Secretaría de Educación Pública (SEP) en coordinación con Mejoredu (Comisión Nacional para la13717795052?profile=RESIZE_400x Mejora Continua de la Educación).
Su objetivo es identificar al inicio del ciclo escolar cómo van los aprendizajes de los estudiantes, qué saben y qué necesitan reforzar, para poder planear estrategias de apoyo pedagógico. No se trata de calificar para “pasar o reprobar”, sino de diagnosticar fortalezas y áreas de oportunidad.

Se dirige a estudiantes de 1°, 2° y 3° de secundaria.
Se usan los llamados Ejercicios Integradores del Aprendizaje (EIA), que son tareas más abiertas, contextualizadas. Es decir, no solo memorizar, sino aplicar lo que se ha aprendido en situaciones que reflejen problemas reales o del entorno.
Se acompañan con rúbricas, para que los maestros puedan valorar de forma clara qué criterios usar para medir los aprendizajes, tanto lo que se espera que los alumnos sepan como lo que puedan mostrar.

Aquí algunas de las características importantes que definen esta Evaluación Diagnóstica:
Enfoque formativo
Más que medir para clasificar, busca apoyar el aprendizaje. Que los resultados sirvan para planear lo que viene.
Flexibilidad y adaptación
Se reconoce que cada docente, grupo y escuela tiene condiciones distintas, por lo que la evaluación puede adaptarse a esas condiciones.
Cualitativa más que cuantitativa
En esta edición se enfatiza en valorar no solo si se acertó o no, sino cómo piensa el estudiante, cómo resuelve, qué procesos de aprendizaje utiliza.
Para estudiantes, maestros, directivos, padres. Hay rúbricas, guías de aplicación, tutoriales, formatos para capturar los resultados, para interpretar los reportes.
A los alumnos al inicio del año escolar les harán actividades diagnósticas que pueden implicar resolver ejercicios más complejos o integradores, más que solo preguntas directas.
Que estas actividades sirven para que el maestro sepa en qué estás fuerte y en qué necesitas apoyo, para ajustar sus clases, para darte refuerzo donde haga falta.
Que no deberías sentir presión de “que si te va a reprobación”: la idea es apoyarte, no castigar.
Que quizá en casa los docentes o la escuela compartan resultados, explicándoles qué entendieron bien y qué deben practicar más.
Ventajas
Permite que los profesores sepan de entrada qué necesitas para aprender mejor.
Favorece que la enseñanza sea más personalizada, tomando en cuenta lo que saben y no saben los alumnos.
Genera mayor claridad sobre lo que se espera aprender, gracias a las rúbricas.
Promueve que los alumnos reflexionen sobre su propio aprendizaje: qué saben, qué les falta, cómo mejorar.
Retos o cosas que podrían dificultar
Que algunos ejercicios sean difíciles al principio si no se ha reforzado anteriormente lo que se pide.
Que si no hay seguimiento ni apoyo, los resultados solo queden ahí sin mejorar realmente.
Que la escuela tenga recursos limitados (por ejemplo personal, materiales) para aplicar los apoyos que los resultados sugieren.
Que la comunicación entre maestros, alumnos y padres no siempre sea clara respecto a lo que los resultados implican.

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A inicios del siglo XIX, lo que hoy conocemos como México era el Virreinato de la Nueva España, un territorio vastísimo que abarcaba desde California y Texas hasta Centroamérica y Filipinas.
La sociedad estaba profundamente dividida:
Peninsulares: españoles nacidos en España, que ocupaban los altos cargos políticos, militares y eclesiásticos.
Criollos: descendientes de españoles nacidos en América, ricos pero marginados del poder político.
Mestizos: mezcla de españoles e indígenas, la mayoría dedicados a oficios y trabajos en el campo.
Indígenas: los más numerosos, sometidos a tributos, explotación y discriminación.
Afrodescendientes y castas: en los estratos más bajos de la sociedad.
La vida era dura para la mayoría, con altos impuestos, abusos de las autoridades coloniales y pocas oportunidades de ascenso social. Este descontento, junto con las ideas de la Ilustración y el ejemplo de la Revolución Francesa y la Independencia de Estados Unidos, encendieron las aspiraciones de libertad.
La conspiración más importante fue la de Querétaro (1810), organizada por Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Juan Aldama, Josefa Ortiz de Domínguez y su esposo el corregidor Miguel Domínguez.
Descubiertos por las autoridades españolas, se adelantó el levantamiento. Así, en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, Hidalgo lanzó el famoso Grito de Dolores, llamando a luchar contra el mal gobierno y a favor de la Virgen de Guadalupe.
Precursores y líderes
Miguel Hidalgo y Costilla: sacerdote de Dolores, considerado el “Padre de la Patria”.
Ignacio Allende: capitán del ejército realista que se unió a la causa insurgente.
Juan Aldama: militar valiente, cercano colaborador de Allende.
Josefa Ortiz de Domínguez: “La Corregidora”, quien alertó a los conspiradores del riesgo de ser arrestados.
José María Morelos y Pavón: sacerdote y estratega militar, organizó ejércitos en el sur y redactó los Sentimientos de la Nación.
Vicente Guerrero: jefe militar que mantuvo viva la resistencia en las montañas del sur.
Guadalupe Victoria: líder insurgente en Veracruz, futuro primer presidente de México.
Agustín de Iturbide: militar realista que más tarde pactó con Guerrero el Plan de Iguala, logrando el triunfo de la independencia.
Leona Vicario: financió y apoyó a los insurgentes con información.
Gertrudis Bocanegra: organizó redes de comunicación y fue fusilada por ello.
Mariana Rodríguez del Toro: planeó un levantamiento en la Ciudad de México.
Batallas y lugares clave
Dolores (1810): inicio del movimiento.
Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato, 1810): los insurgentes, dirigidos por Hidalgo, tomaron el edificio donde se refugiaban los españoles. Ahí surgió la leyenda de El Pípila, minero que prendió fuego a la puerta con una antorcha.
Monte de las Cruces (Estado de México, 1810): gran victoria insurgente contra las fuerzas realistas.
Puente de Calderón (Jalisco, 1811): derrota insurgente que marcó la captura y posterior ejecución de Hidalgo y los primeros caudillos.
Sitio de Cuautla (1812): resistencia heroica de Morelos contra el ejército realista.
Chilpancingo (1813): Congreso donde Morelos proclamó la independencia y presentó los Sentimientos de la Nación.
Acatempan (1821): encuentro histórico entre Guerrero e Iturbide, donde se selló la alianza final.
Ciudad de México (27 de septiembre de 1821): entrada triunfal del Ejército Trigarante, consumando la independencia.
Anécdotas y curiosidades
La Virgen de Guadalupe como estandarte: Hidalgo tomó una imagen del santuario de Atotonilco para unir al pueblo bajo un símbolo religioso.
La traición a Hidalgo: tras la derrota en Puente de Calderón, fue capturado y ejecutado en Chihuahua; su cabeza se exhibió durante 10 años en la Alhóndiga como escarmiento.
Morelos y su sencillez: siempre firmaba como “Siervo de la Nación”, mostrando su humildad frente al pueblo.
El abrazo de Acatempan: símbolo de la reconciliación entre insurgentes y realistas que permitió la independencia.
Tras la independencia, México enfrentó enormes retos:
Un país devastado por 11 años de guerra.
División política entre monarquistas e independentistas republicanos.
Economía colapsada y campos abandonados.
Diversidad cultural y étnica que debía unirse en una sola nación.
Sin embargo, la independencia abrió la puerta a la construcción del Estado mexicano, con ideales de libertad, soberanía y justicia.
La Independencia de México no fue un hecho aislado ni sencillo: fue el resultado de la lucha de miles de hombres y mujeres que, desde distintos rincones, soñaron con un país libre. Fue también una epopeya llena de batallas, sacrificios y símbolos que aún hoy nos recuerdan la importancia de defender la justicia y la dignidad.

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Por un viajero por las tierras secas y verdes entre el Golfo y el Pacífico. Llegando a Comondú: panorama general
Cuando viajas por Baja California Sur hacia el centro-norte del estado, el territorio de Comondú te da la bienvenida con contrastes marcados: desierto pedregoso, montañas de la Sierra de la Giganta, oasis con palmas altas y huertas verdes, litorales donde se escuchan las olas y el rumor del viento; ciudades agrícolas que parecen emerger del suelo árido. Con sus 12,547.3 km², es uno de los municipios más extensos del estado y del país, cuya demografía reciente lo sitúa en unos ~ 73,000 habitantes distribuidos en ciudades grandes, pueblos pequeños, rancherías y comunidades costeras.
Límites: colinda al norte con Mulegé; al sur con La Paz; al este con Loreto y el Golfo de California; al oeste con el Pacífico.
Clima: mayormente desértico seco. Las lluvias son pocas; las temperaturas varían, siendo calientes las tierras bajas y más suaves (y algo más húmedas) las zonas de montaña.

Mucho antes de que llegara la palabra misión, de que se labrara un surco con el arado, Comondú ya estaba habitado. En sus oasis, quebradas, orillas de arroyos vivían los pueblos que hoy conocemos como Cochimíes y Guaycuras.
Los Cochimíes ocupaban la zona norte del municipio, asentados en lugares cerca de agua: manantiales, ojos de agua, pequeñas corrientes. Nombres de asentamientos indígenas antiguos siguen vivos como Cadegomó, Andachiré, Cahelembil, Iray, Quepoh, Tañuetía, Vajacahel, entre otros.
Los Guaycuras se encontraban en la costa del Golfo de California y más hacia el sur, donde podían aprovechar los recursos marinos.
Estos pueblos vivían de la recolección, de la pesca costera o de arroyo, de la caza, de huertas silvestres, de movilidad estacional, aprovechando oasis, palmerales, arroyos. La llegada de los colonizadores implicó cambios radicales: construcción de misiones, introducción de ganadería, agricultura, enfermedades, reasentamientos.

Los primeros contactos coloniales en estas tierras ocurrieron con exploraciones como las de Isidoro Atondo y el padre Francisco Eusebio Kino en 1685, quienes reconocieron que lugares como Cadegomó y Comondú tenían agua, arroyos, posibilidades para las misiones.
Los jesuitas —Juan Ugarte, Nicolás Tamaral, Julián de Mayorga, Francisco Javier Wagner, entre otros— fueron quienes asentaron misiones, trabajaron la tierra, construyeron huertos, cultivaron nuevas especies, introdujeron ganadería, estructura de iglesias y caminos.
San José de Comondú es la misión fundada en 1708, una de las comunidades misionales más antiguas con restos visibles hoy; también La Purísima (Cadegomó) fue escenario de trabajo misional importante.
En 1768 los jesuitas fueron expulsados del territorio, aunque su huella quedó: los huertos, las acequias, las edificaciones, la organización de las comunidades indígenas en torno a la nueva economía misional.

Una etapa decisiva para Comondú ocurrió en 1949 cuando se decretó la colonización de unas 400,000 hectáreas del Valle de Santo Domingo. Esa medida impulsó la llegada de colonos agrícolas de diferentes partes, transformó tierras áridas mediante sistemas de riego, pozos, cultivo, infraestructura.
En 1953 se fundó la cabecera municipal con la creación de la Colonia Revolución Mexicana. Luego en 1954 se le da nombre de Villa Constitución, y finalmente se reinstala oficialmente el municipio como tal en 1972, con Ciudad Constitución como cabecera.
Este proceso implicó: cambio en la dinámica demográfica, crecimiento poblacional, desarrollo de servicios públicos, comercio, comunicación y mayor integración con el resto de Baja California Sur.

Mientras recorres Comondú, vas pasando por ciudades agrícolas al nivel de Santo Domingo, luego rumbo a los oasis misionales, al litoral, a los cerros. Aquí algunos de los lugares que más impacto tienen —soñados, reales, contrastados.
Ciudad Constitución: la mayor población, centro administrativo. Navega entre lo urbano y lo rural: muchas colonias agrícolas, lotes, vías de transporte, mercados que reciben frutas, hortalizas, ganado, productos del mar.
Ciudad Insurgentes: se erige en el valle agrícola; es uno de los puntos de conexión para quien viaja entre los campos, comunidades costeras y ciudades.
San José de Comondú y San Miguel de Comondú: gemelos misionales escondidos en una cañada. Paisajes de palmeras, acequias, huertos, arquitectura antigua. Parecen remansos del pasado. Aquí el viajero siente que ha detenido el tiempo al caminar bajo sombra verde, junto al agua que murmura.
La Purísima (Cadegomó): oasis agrícola interior, huertas, frutas como mango, aguacate, dátil, higo. Camino hacia las misiones antiguas, mezcla de naturaleza y memoria.
Lugares costeros: Puerto Adolfo López Mateos, Puerto San Carlos y comunidades cercanas: playas, pesca, lobos marinos, aves migratorias, naturaleza marina, observación de ballena gris en temporadas adecuadas.
Comunidades rurales pequeñas y rancherías: dispersas, con gente que vive de lo que la tierra arroja, el ganado, la pesca local, el trueque, con fiestas patronales que siguen vivas, con historias orales, con un ritmo más cercano al ritmo de la naturaleza que al del reloj.

Pasar por el campo de Comondú después de enero implica ver cómo los surcos verdes florecen, cómo las hortalizas crecen bajo invernaderos, cómo los tractores labran la tierra; mientras que en el litoral los pescadores parten con redes, lobos marinos observan botes en la lejanía, y en ciudades los mercados se llenan de frutas locales, productos frescos, vida cotidiana mezclada con tradiciones.
Agricultura
El Valle de Santo Domingo es el corazón agrícola del municipio. Allí se cultivan papa, espárrago, garbanzo, trigo, naranja, alfalfa, además de hortalizas y frutas como mango, aguacate, higo, dátil.
También se ha hecho uso de tecnologías: riego, perforación de pozos, rehabilitación de tierras agrícolas, modernización de prácticas para aumentar rendimientos.
La agricultura ha sido históricamente difícil en estas tierras por la falta de agua, pero los colonos, los misioneros, luego los gobiernos, han trabajado para domar ese desierto: acequias, huertos, oasis, pozos.
Ganadería
Cría de ganado bovino para carne y leche es una actividad presente en el municipio. En zonas de sierra, en ranchos, con pastizales adaptados, con forraje sembrado como apoyo, especialmente en temporadas de sequía.
La ganadería se ve interconectada con la agricultura, pues se necesita forraje, agua, infraestructura, caminos, mercados para traslado.
Pesca y mar
Costa pacífica y litoral del Golfo de California proporcionan riqueza marina: captura de pescado, moluscos, mariscos; pesca deportiva; productos del mar que alimentan mercados tanto locales como estatales.
En temporadas adecuadas (diciembre-enero y meses invernales) hay turismo de observación de ballena gris, lo que dinamiza comunidades costeras como Puerto Adolfo López Mateos, Puerto San Carlos.
También lobos marinos, aves migratorias, especies de flora y fauna costera son parte integral del paisaje natural que atrae visitantes.
Comercio, servicios y actividades productivas
En las ciudades principales (Ciudad Constitución, Insurgentes), los mercados agrícolas, los intermediarios de productos del campo, tiendas generales, talleres, transporte, servicios públicos existentes y en expansión.
En localidades costeras, el comercio ligado al turismo: hospedaje, restaurantes, servicios de guías, lancheros, venta de artesanías locales.
Recientemente, empresas turísticas y restaurantes han recibido distintivos de calidad (“Moderniza”, certificaciones) que apuntan a elevar la oferta y generar confianza en los visitantes.
Se certificaron también guías de turismo locales en Puerto San Carlos y Adolfo López Mateos, especialmente guías de lancheros para tours de naturaleza, observación de ballena, etc.

Si vinieras conmigo hacia San José de Comondú, te invitaría a caminar bajo los palmares que se agitan con la brisa, a visitar la iglesia antigua, a ver la cañada que cobra vida con el agua que baja desde la sierra, a escuchar las leyendas del pueblo, a probar los dulces de frutas en huertos locales. Luego te llevaría hacia la costa, al sol, al mar, al espectáculo de la ballena gris, al nado, al avistamiento de lobos marinos y aves, al silencio profundo de playas remotas.

El Corredor de las Misiones: San Luis Gonzaga, La Purísima, San José de Comondú. Turismo cultural e histórico: misiones antiguas, huertos, oasis, arquitectura colonial.
Observación de ballena gris: Puerto Adolfo López Mateos y Puerto San Carlos destacan por ello. Guías, lancheros certificados ofrecen excursiones (respetuosas del medio ambiente) en temporadas de migración.
Playas, mar y actividades náuticas: deportes acuáticos, pesca deportiva, navegación, snorkel, observación de flora y fauna marina. Las costas del Pacífico, los estuarios, las bahías de Magdalena y Almejas ofrecen paisajes naturales de gran belleza.
Turismo rural y de naturaleza: visita a huertos, acequias, pozos, caminatas por la Sierra de la Giganta, observación de aves, recorridos culturales en comunidades misionales como San José, San Miguel.

Como todo territorio vivo, Comondú enfrenta tensiones. No todo lo que brilla es fácil; no todo lo que es verde sigue siendo fértil para siempre, no toda costa permanece virgen, no toda comunidad tiene los mismos servicios, no siempre la gente joven se queda.
Agua: la mayor limitación. Sequías, sobreexplotación de acuíferos, cambio climático amenazan la agricultura, la ganadería y la existencia misma de los oasis.
Desigualdad de servicios: comunidades alejadas tienen pocas escuelas, atención médica limitada, poca conectividad, caminos en pésimo estado, falta de transporte público.
Preservación patrimonial: las misiones antiguas, las construcciones antiguas, las tradiciones indígenas o misionales están en riesgo de deterioro físico, de olvido cultural, de ser desplazadas por lo moderno sin cuidado.
Turismo sostenible: un gran reto es cómo recibir visitantes sin agotar los ecosistemas, sin generar basura, sin dañar litoral, sin impactar fauna marina, sin afectar la vida de quienes habitan esos lugares por generaciones.
Mercados y valor agregado: cultivar frutas, producir leche o capturar pescado está muy bien; pero para que la economía local prospere, se necesita mejorar infraestructura de procesamiento, transporte, almacenamiento, certificaciones, presencia en mercados más amplios.

Para poner rostro a estos datos, imagina este recorrido:
Amaneces en Ciudad Constitución. El sol golpea temprano, el aire ya huele a tierra y agricultura: camiones cargados de cajas de tomate, chile, esparrago, papa, cebolla, chile que salen rumbo al mercado. Te detienes en una huerta, ves campesinos revisando plantas, chapotes de agua de riego, pequeños invernaderos. El canto del gallo se mezcla con el silbido del viento del sur.
Procedes hacia la sierra, te internas por una cañada. Aparcas antes de San Miguel. Caminas entre palmeras, huertas, bordes de arroyos. Veredas de tierra que siguen siendo caminos de herradura. San José y San Miguel asoman, casas antiguas con tejas, Iglesia misional pintada de azul, huertos de mango, higo, dátil; los habitantes comparten historias: los cochimíes, los frailes, los viejos manantiales, la Poza Grande, el cerro El Pilón.
Luego bajas hacia la costa. Llegas a Puerto Adolfo López Mateos. La brisa cambia: sal marina, olas, gaviotas. Escuchas a los lancheros prepararse para tours de avistamiento de ballenas. El mar respira, la fauna se mueve. Caminas por la playa, ves niños pescando al amanecer, redes tendidas, mujeres lavando pescado. Comida fresca: ceviche, mariscos, unas frutas tropicales cortesía de quien las cultivó tierra adentro.
Noche en Insurgentes, Constitución, o en Puerto San Carlos: luces, música local, mercados, puestos de tacos, café caliente, conversación sobre el futuro: ¿cómo será este valle dentro de 20 años? ¿habrá más agua? ¿qué quedará de los huertos? ¿se conservarán los caminos antiguos?

Comondú no es simplemente un destino para ver; es un territorio para sentir. Es la memoria viva de los Cochimíes, de los frailes jesuitas, de campesinos que abrieron surcos donde parecía imposible cultivar, de pescadores que desafían el mar, de comunidades que resisten, rituales y fiestas que nutren las raíces.
Su riqueza está en sus contrastes: en los oasis escondidos, en la aridez que se hace verde con agua, en la costa que se convierte en escenario natural, en las misiones que cuentan historias, en la agricultura que late, en la pesca que da sustento, en el comercio que conecta.
Y aunque las amenazas son reales —agua, desigualdad, pérdida de lo tradicional—, también es real la capacidad de la gente de Comondú para imaginar y construir. Con cada turista que llega, con cada semilla que germina, con cada fiesta que revive, se siembra esperanza.

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