En una época en la que los dispositivos digitales dominan la vida cotidiana y el aprendizaje escolar, la escritura a mano sigue siendo una habilidad fundamental e insustituible. Aunque hoy en día los estudiantes se acostumbran a escribir en teclados, pantallas táctiles y procesadores de texto, la ciencia ha demostrado que el simple acto de mover un lápiz o una pluma sobre el papel tiene efectos profundos en el cerebro y en el desarrollo cognitivo. Escribir a mano no solo mejora la motricidad y la ortografía, sino que también activa zonas cerebrales relacionadas con la memoria, la comprensión y la creatividad, lo que hace de esta práctica una herramienta básica para el aprendizaje.
Los estudios realizado en diversas Universidades, revelaron que cuando los niños escriben a mano se activa una mayor cantidad de conexiones neuronales en comparación con cuando utilizan un teclado. Los investigadores demostraron que el movimiento físico de formar letras con la mano estimula áreas del cerebro vinculadas con el pensamiento, la atención y la memoria. Escribir con pluma o lápiz no es un acto mecánico; es una experiencia neurológica compleja que involucra la coordinación de los ojos, la mano y el cerebro, generando una sinergia que fortalece las funciones cognitivas. En cambio, al teclear, los movimientos son automáticos y repetitivos, lo que limita la estimulación cerebral.
Este hallazgo cobra especial relevancia en el contexto educativo actual, donde la tecnología se ha convertido en un recurso imprescindible. Si bien las computadoras, tabletas y dispositivos digitales pueden facilitar el acceso a la información y ampliar las formas de aprender, su uso excesivo puede debilitar ciertas habilidades esenciales. La clave, por tanto, no es rechazar la tecnología, sino encontrar un equilibrio que permita aprovechar sus ventajas sin renunciar a los beneficios del cuaderno y la pluma. Los alumnos que escriben a mano suelen tener una mejor comprensión lectora, retienen más información y desarrollan un pensamiento más estructurado. Además, la escritura manual favorece la concentración y la reflexión, elementos que muchas veces se pierden en el ritmo acelerado del entorno digital.
El cuaderno sigue siendo un espacio íntimo donde el estudiante organiza sus ideas, reflexiona y construye conocimiento. La pluma o el lápiz se convierten en extensiones del pensamiento, instrumentos que no solo sirven para registrar, sino también para comprender. Escribir a mano implica detenerse, pensar antes de trazar, corregir, volver a escribir; es un proceso más lento, pero profundamente formativo. Por el contrario, el teclado favorece la rapidez y la inmediatez, pero reduce la conexión emocional con lo que se escribe. Numerosos docentes coinciden en que los alumnos que conservan el hábito de escribir a mano desarrollan mayor claridad mental y capacidad crítica.
Preservar la escritura manual en la escuela no es una nostalgia del pasado, sino una necesidad del presente. En un mundo digitalizado, donde la atención es fragmentada y la información fluye sin pausa, escribir a mano representa un acto de resistencia intelectual, un ejercicio que fortalece la mente. Cuaderno y pluma deben seguir siendo aliados esenciales del aprendizaje, no como sustitutos de la tecnología, sino como complementos que garantizan un desarrollo cognitivo integral. La educación del futuro requiere equilibrio: aprovechar la tecnología para expandir horizontes, pero mantener viva la escritura manual como una práctica que protege el cerebro, enriquece el pensamiento y forma mejores estudiantes.
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La celebración del Día de Muertos en México es una tradición profundamente arraigada que honra a los seres queridos que partieron, mezclando creencias prehispánicas, católicas y familiares en una fiesta de memoria, color, sabores y símbolos. Durante los días 1 y 2 de noviembre, o incluso unos días antes y después, muchas comunidades instalan altares u ofrendas con fotografías de los difuntos, velas, flores, especialmente cempasúchil, papel picado, calaveras de azúcar, pan de muerto, objetos personales de quienes ya no están y comida y bebida que les gustaba. Ese rito tiene la idea de que las almas regresan brevemente para convivir con los vivos, y los vivos participan en el recuerdo y la celebración de la vida que continúa. En muchos panteones las familias limpian y adornan tumbas, pasan la noche, comparten relatos, música y alimentos. En México, esta festividad fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, precisamente por su valor simbólico, social y comunitario.
En el estado de Baja California Sur la tradición del Día de Muertos se adapta a su contexto cultural y geográfico y se vive de manera muy visible mediante varios eventos públicos que integran tradición, arte, turismo y participación ciudadana. Por ejemplo, en la ciudad de La Paz el XXV Festival Tradicional de Día de Muertos 2025 organizado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura se llevará a cabo el 2 de noviembre a partir de las 17:00 horas en la Unidad Cultural “Prof. Jesús Castro Agúndez”. En ese festival los asistentes podrán disfrutar de espectáculos infantiles y juveniles de teatro y música, presentaciones de danza folklórica, orquesta de alientos, música contemporánea, además de la tradicional pasarela de catrinas y la premiación de concursos alusivos al Día de Muertos. En el pueblo mágico de Todos Santos el Festival del Día de Muertos 2025 se llevará a cabo los días 1 y 2 de noviembre en la Plaza Pública Francisco I. Madero; incluirá altares comunitarios, desfiles, muestra gastronómica, exposiciones culturales, concursos de catrinas y altares incluso para mascotas, y actividades como talleres, venta de comida típica, y una gran visibilidad comunitaria. En Cabo San Lucas se organizará el Festival Náutico de Día de Muertos 2025 del 1 al 4 de noviembre, que mezcla tradición con entorno marino: altares flotantes en la bahía, danzas tradicionales, instalaciones artísticas y actividades culturales para locales y visitantes. Estas manifestaciones muestran que en Baja California Sur la celebración es tanto un rito de homenaje como una oportunidad de convivencia, creatividad y turismo cultural. En resumen, en BCS la celebración del Día de Muertos se ha convertido en una experiencia que integra memoria, tradición, arte y comunidad en múltiples municipios, donde los altares, las catrinas, la música, los concursos y las ofrendas dan vida a esta tradición tan mexicana.
La celebración del Día de Muertos influye profundamente en los jóvenes, ya que les permite mantener un vínculo con sus raíces, comprender el valor de la memoria y fortalecer su identidad cultural. En una época dominada por la tecnología y las tendencias globales, esta tradición mexicana actúa como un puente entre generaciones, ayudando a los jóvenes a conectar con sus antepasados y con el significado simbólico de la vida y la muerte. Participar en la elaboración de altares, en los concursos de catrinas o en los festivales culturales que se organizan en lugares como La Paz, Los Cabos o Todos Santos, les ofrece una oportunidad de expresión artística y emocional, donde el respeto y la creatividad se mezclan.
En Baja California Sur, muchos jóvenes forman parte activa de los festivales del Día de Muertos: elaboran altares escolares, participan en danzas, música o teatro, diseñan vestuarios para pasarelas de catrinas o colaboran en proyectos de rescate de tradiciones. Estas actividades les permiten apreciar la importancia de sus raíces, fomentar la colaboración comunitaria y entender que la muerte no es solo un final, sino una continuidad dentro del ciclo de la vida. Además, el contacto con estas manifestaciones culturales les brinda una alternativa frente a la pérdida de identidad o la influencia de culturas externas, fortaleciendo su sentido de pertenencia. Para muchos, esta festividad también se convierte en un espacio de reflexión sobre la familia, la empatía y la trascendencia, al tiempo que impulsa el arte y la creatividad juvenil en el contexto de una de las tradiciones más importantes de México.
Para 2025, la vida emocional de los maestros en México se presenta como un mosaico complejo, tejido con hilos de desafíos persistentes y brotes de esperanza. Imagina un aula donde la tecnología, aunque omnipresente, no ha logrado disipar la niebla del estrés administrativo que pesa sobre los hombros de los educadores. Cada día, estos profesionales se enfrentan a la ardua tarea de equilibrar la enseñanza con la documentación exhaustiva que exige el sistema, una carga que, en lugar de aligerarse, parece haberse intensificado con el tiempo. La presión por obtener resultados, medida a través de exámenes estandarizados, sigue siendo una espada de Damocles que pende sobre sus cabezas, limitando su creatividad y sofocando la alegría de enseñar por el mero placer de transmitir conocimiento.
Pero no todo es sombrío. En este futuro cercano, la conciencia sobre la salud mental ha florecido, como un jardín que se abre paso entre el concreto. Las escuelas, convertidas en santuarios de bienestar, ofrecen programas de apoyo emocional que brindan a los maestros las herramientas necesarias para navegar las turbulentas aguas del estrés y el agotamiento. Comunidades de aprendizaje, tejidas con hilos de colaboración y empatía, se han fortalecido, permitiendo a los educadores compartir experiencias, estrategias y recursos, creando un sentido de pertenencia que antes era solo un anhelo.
Sin embargo, la tecnología, esa herramienta de doble filo, ha añadido nuevas capas de complejidad a la ecuación. La sobrecarga digital, con su constante flujo de información y la necesidad de dominar nuevas plataformas, amenaza con sumir a los maestros en un laberinto de pantallas y notificaciones. La desigualdad digital, una cicatriz persistente en el tejido social, sigue dividiendo a los educadores, dejando a algunos varados en la orilla de la brecha tecnológica, mientras que otros navegan con soltura por las autopistas de la información.
En medio de este panorama desafiante, los maestros han demostrado una resiliencia admirable. Han aprendido a cultivar la autocompasión, a practicar el mindfulness y a gestionar el estrés con una determinación inquebrantable. Buscan el apoyo de sus colegas, amigos y familiares, compartiendo sus alegrías y tristezas, encontrando consuelo en la compañía de quienes comprenden su vocación. Establecen límites claros entre su vida personal y profesional, reservando tiempo para actividades que nutren su alma y les permiten recargar energías.
Pero la violencia escolar, un espectro que acecha en los pasillos y las aulas, sigue siendo una preocupación latente. Los maestros, convertidos en guardianes de la paz, se enfrentan a situaciones de acoso, intimidación y agresión, que dejan cicatrices emocionales difíciles de borrar. La falta de reconocimiento, un eco constante en el vacío de la valoración social, sigue minando la moral de los educadores, quienes a menudo sienten que su arduo trabajo pasa desapercibido.
En 2025, la situación emocional de los maestros en México es un crisol de emociones, un campo de batalla donde la esperanza y la desesperación se entrelazan en una danza constante. Es imperativo que las autoridades educativas, las escuelas y la sociedad en su conjunto unan fuerzas para apoyar a estos héroes anónimos, brindándoles las herramientas, el reconocimiento y el apoyo emocional que necesitan para seguir iluminando el camino de las futuras generaciones. Solo así podremos garantizar que la llama de la educación siga ardiendo con fuerza en el corazón de México.
El aprendizaje es un proceso complejo que ha sido objeto de estudio en la psicología, la pedagogía y la neurociencia. Comprender cómo aprenden los alumnos resulta esencial para diseñar estrategias de enseñanza efectivas que promuevan aprendizajes significativos. Lejos de reducirse a la memorización de contenidos, aprender implica construir conocimientos, desarrollar habilidades, formar actitudes y aplicar saberes en diferentes contextos. Este artículo analiza cómo aprenden los estudiantes a partir de diferentes enfoques teóricos: el cognitivo, el socio-constructivista, el emocional y el experiencial.
El aprendizaje desde la perspectiva cognitiva
La psicología cognitiva sostiene que los alumnos procesan la información de manera activa, estableciendo conexiones entre conocimientos previos y nuevos. Ausubel (1983) señala que el aprendizaje significativo ocurre cuando los nuevos contenidos se relacionan con estructuras cognitivas ya existentes. Procesos como la atención, la memoria de trabajo y la metacognición son fundamentales en esta dinámica. Por ello, las estrategias didácticas que promueven la organización del conocimiento —mapas conceptuales, esquemas o analogías— resultan más efectivas que la repetición mecánica.
El aprendizaje desde la perspectiva socio-constructivista
Vygotsky (1978) plantea que el aprendizaje se da en interacción con otros, mediante el lenguaje y la mediación social. La Zona de Desarrollo Próximo (ZDP) explica cómo los alumnos pueden alcanzar un nivel superior de comprensión con el apoyo de un maestro o de sus pares más experimentados. En este sentido, el aprendizaje colaborativo, el trabajo en equipo y la resolución conjunta de problemas potencian las capacidades individuales, convirtiendo al docente en guía y facilitador.
El papel de las emociones en el aprendizaje
Diversas investigaciones neuroeducativas (Immordino-Yang & Damasio, 2007) han demostrado que las emociones influyen de manera decisiva en los procesos cognitivos. La motivación, la curiosidad y la seguridad emocional generan condiciones favorables para la atención y la memoria. Por el contrario, el miedo al error o la ansiedad pueden bloquear el aprendizaje. Crear un clima escolar positivo, basado en la confianza y el respeto, se vuelve un requisito indispensable para que los estudiantes desarrollen su potencial.
El aprendizaje experiencial y práctico
John Dewey (1938) defendió la idea de que aprender es hacer. El aprendizaje se consolida cuando los alumnos participan en experiencias prácticas que les permiten aplicar el conocimiento en situaciones reales. Resolver problemas auténticos, manipular materiales, investigar y experimentar son estrategias que dan sentido a los contenidos escolares. El enfoque por proyectos y el aprendizaje basado en problemas son metodologías que responden a esta concepción.
Diversidad de estilos y ritmos de aprendizaje
Cada alumno aprende de manera distinta. Si bien la clasificación clásica de estilos (visual, auditivo y kinestésico) ha sido cuestionada por su rigidez, sigue siendo útil reconocer la importancia de ofrecer experiencias de aprendizaje variadas. Gardner (1993), con su teoría de las inteligencias múltiples, amplía esta visión al señalar que existen diferentes formas de desarrollar el conocimiento: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal-kinestésica, interpersonal, intrapersonal y naturalista. Reconocer esta diversidad implica diseñar ambientes de aprendizaje inclusivos y diferenciados.
Entonces, comprender cómo aprenden los alumnos es una tarea fundamental para la práctica docente. Desde el enfoque cognitivo, socio-constructivista, emocional y experiencial, se reconoce que el aprendizaje es un proceso activo, social, afectivo y situado. Los estudiantes aprenden mejor cuando se sienten motivados, cuando participan de manera activa en experiencias significativas y cuando el docente actúa como mediador y guía. En consecuencia, la labor educativa debe trascender la transmisión de contenidos para convertirse en un proceso de acompañamiento integral que atienda la diversidad y promueva el desarrollo pleno de cada estudiante.
El Programa de Mejora Continua (PMC) es un instrumento de planeación escolar que organiza, orienta y da seguimiento a las acciones que realiza la comunidad educativa para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Está basado en una lectura profunda del contexto escolar y busca responder a las necesidades reales del alumnado, fortaleciendo la autonomía, la equidad, la inclusión y la justicia social en las escuelas.
No se trata de un documento administrativo, sino de una herramienta pedagógica y colaborativa, construida por el colectivo docente dentro del Consejo Técnico Escolar (CTE), alineada con los principios de la Nueva Escuela Mexicana.
Propósitos del Programa de Mejora Continua.
* Fortalecer la práctica educativa mediante acciones planificadas, contextualizadas y evaluables.
* Promover el trabajo colaborativo del colectivo docente.
* Asegurar la equidad y la inclusión, atendiendo la diversidad del estudiantado.
* Mejorar los aprendizajes desde un enfoque humanista, crítico y transformador.
* Impulsar la participación activa de estudiantes, madres, padres y comunidad escolar.
El Programa de Mejora Continua se estructura a partir de los siguientes elementos:
* Diagnóstico Escolar
Es una lectura contextual de la escuela, situación académica, condiciones socioemocionales, convivencia, infraestructura, participación comunitaria, entre otros.
Se construye con base en evidencias: observaciones, evaluaciones, encuestas, entrevistas, expedientes, etc.
* Prioridades Educativas
A partir del diagnóstico el colectivo determina qué aspectos son más urgentes y relevantes atender.
Ejemplos: mejorar la comprensión lectora, reduci r el ausentismo, fortalecer la convivencia escolar, impulsar la participación de las familias, etc.
* Objetivos y Metas
Se definen objetivos claros, medibles y alcanzables.
Se establecen metas cuantitativas o cualitativas, en plazos concretos.
* Acciones Estratégicas
Se planifican actividades específicas para alcanzar los objetivos, incluyendo:
* Responsables
* Recursos necesarios
* Tiempos estimados
* Indicadores de avance
Se establece un sistema de monitoreo periódico, en sesiones del CTE. Se ajustan las estrategias según los avances y dificultades detectadas. La evaluación es formativa, no punitiva.
Principios que guían el PMC en la Nueva Escuela Mexicana
El Programa de Mejora Continua se fundamenta en los principios de la NEM:
* Equidad y excelencia
* Inclusión y no discriminación
* Interculturalidad
* Participación democrática
* Educación integral y humanista
* Responsabilidad social
Estos principios aseguran que el PMC no se limite a metas académicas, sino que contemple el bienestar emocional, la convivencia pacífica y el respeto a la diversidad.
Rol del Consejo Técnico Escolar en el PMC
El CTE es el espacio donde se construye, revisa, da seguimiento y ajusta el PMC. Las funciones del CTE respecto al Programa son:
* Reflexionar colectivamente sobre los desafíos de la escuela.
* Establecer acuerdos comunes.
* Organizar el trabajo escolar en función del diagnóstico.
* Monitorear avances en cada sesión ordinaria.
* Documentar y sistematizar experiencias y resultados.
Importancia del PMC
El Programa de Mejora Continua:
* Otorga sentido y dirección al trabajo del colectivo docente.
* Fomenta una cultura de planeación estratégica y evaluación reflexiva.
* Favorece la autonomía escolar, permitiendo decisiones contextualizadas.
* Conecta las necesidades de los alumnos con las decisiones pedagógicas.
* Impulsa el liderazgo académico de la dirección escolar.
Recomendaciones para su implementación
Escuchar activamente a todos los actores escolares.
Ser realistas y pertinentes en los objetivos.
Evitar sobrecargar de acciones el programa.
Garantizar el seguimiento: que no se quede en el papel.
Favorecer el diálogo, el consenso y el aprendizaje entre pares.
Usar el programa como una herramienta para la transformación colectiva de la escuela.
El Programa de Mejora Continua Escolar no es una exigencia burocrática, sino una oportunidad para repensar y enriquecer la práctica docente. Al construirlo desde la reflexión, el diálogo y el compromiso con la comunidad, se convierte en un eje que articula las acciones cotidianas de la escuela con una visión de futuro más justa, incluyente y humana.
En la Nueva Escuela Mexicana, el PMC es uno de los pilares para garantizar una educación transformadora, en donde todas las niñas, niños y adolescentes encuentren un espacio para aprender, convivir y desarrollar su potencial con dignidad.
El Consejo Técnico Escolar (CTE) es un espacio colegiado de diálogo, análisis y toma de decisiones pedagógicas, fundamentales para el desarrollo de prácticas educativas contextualizadas y efectivas. En el marco del ciclo escolar 2025-2026, el CTE de agosto de 2025 tuvo un papel estratégico, al llevarse a cabo la Fase Intensiva, del 25 al 29 de agosto, justo antes del inicio oficial del ciclo el 1 de septiembre.
Este periodo nos permitió al colectivo docente reflexionar sobre la práctica educativa, analizar los elementos curriculares de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), y diseñar acciones que responden al contexto específico de cada comunidad escolar.
Propósitos generales de la Fase Intensiva
Durante esta semana de trabajo, el colectivo docente tuvo como principales objetivos:
Fortalecer la lectura crítica de la realidad de las escuelas, para comprender las condiciones sociales, culturales y académicas del alumnado.
* Elaborar un Programa Analítico, como parte del proceso de apropiación curricular y planeación didáctica.
* En colectivo se diseñaron mes por mes estrategias para el inicio del ciclo escolar, que favorezcan la integración, el bienestar y el sentido de comunidad estudiantil y docente.
* Se construyó un Proceso de Mejora Continua, como eje articulador de las acciones pedagógicas durante el ciclo escolar.
Estos propósitos se alinean con la visión humanista, integral, incluyente y crítica de la Nueva Escuela Mexicana, que busca transformar la educación en una herramienta de justicia social y desarrollo colectivo.
Desarrollo de las actividades
1. Lectura de la realidad escolar
Este primer momento fue dedicado al análisis de las condiciones internas y externas que inciden en la vida escolar.
Los docentes:
* Reflexionaron sobre el contexto social, económico y cultural de los estudiantes.
* Identificaron las fortalezas y desafíos del ciclo escolar anterior.
* Recopilaron información relevante sobre el rendimiento académico, asistencia, participación familiar, infraestructura y recursos disponibles.
Se analizaron los desafíos educativos específicos del entorno local. Este análisis no se enfocó únicamente en datos cuantitativos, sino también en la escucha activa, la observación, la experiencia docente y el conocimiento profundo de la comunidad. La lectura de la realidad permitió tomar decisiones más pertinentes para atender las necesidades reales del alumnado.
2. Construcción del Programa Analítico
Una parte medular de esta fase intensiva fue el diseño del Programa Analítico, documento clave que representa una adaptación contextualizada del Plan y Programas de Estudio 2022 de la NEM. En este proceso:
Se revisaron los campos formativos, sus propósitos y contenidos.
Se identificaron contenidos que respondan a las características del grupo, considerando nivel de desarrollo, diversidad lingüística y cultural, estilos de aprendizaje, etc.
Se incorporaron temas de relevancia local, así como proyectos integradores que articulan el conocimiento con el entorno social.
Se fortaleció la interdisciplinariedad, para ofrecer una experiencia de aprendizaje más significativa y cercana a la vida del estudiante.
El Programa Analítico no se concibe como un producto terminado, sino como un documento vivo que se enriquece continuamente, especialmente durante los primeros meses del ciclo escolar, con base en la práctica y el análisis colectivo.
3. Planeación del inicio del ciclo escolar
El tercer momento se centró en el diseño de acciones específicas para el inicio del ciclo escolar, reconociendo que los primeros días y semanas son cruciales para establecer un ambiente de confianza, respeto y colaboración. Entre las acciones destacadas estuvieron:
Planeación de actividades de bienvenida que generen sentido de pertenencia.
Organización de jornadas de integración entre alumnos, docentes y familias.
Preparación de materiales y espacios escolares para propiciar una convivencia armónica.
Revisión y fortalecimiento de los protocolos de seguridad y salud escolar.
Asignación de responsabilidades y coordinación de comisiones docentes.
Este momento también contempló la reflexión sobre cómo abordar la diversidad del grupo desde el inicio, y cómo establecer un vínculo afectivo y pedagógico con cada estudiante.
4. Diseño del Proceso de Mejora Continua
Finalmente, se elaboró el Proceso de Mejora Continua, entendido como una ruta flexible y contextualizada para fortalecer el trabajo educativo. Este proceso incluyó:
Establecimiento de metas claras y alcanzables para el ciclo escolar.
Identificación de acciones estratégicas, con responsables y tiempos definidos.
Planeación de mecanismos de seguimiento y evaluación, desde una perspectiva formativa.
Articulación de este proceso con los ejes de formación docente, participación comunitaria, equidad, inclusión y excelencia.
Este componente no debe entenderse como una carga administrativa, sino como una herramienta práctica de organización, reflexión y mejora de la práctica docente. La SEP enfatizó que su elaboración debe tener sentido para el colectivo, no ser un simple requisito burocrático.
La Fase Intensiva del Consejo Técnico Escolar de agosto de 2025 representó un momento estratégico para resignificar el papel del docente como agente de transformación. Las actividades realizadas permitieron fortalecer la planeación desde lo colectivo, promover una práctica educativa más reflexiva, y preparar a las escuelas para enfrentar los retos del nuevo ciclo escolar con claridad, propósito y compromiso social.
Bajo el enfoque de la Nueva Escuela Mexicana, se reafirma que el CTE no es únicamente un espacio de planeación técnica, sino un espacio ético, político y pedagógico, donde se construye una escuela más humana, justa y transformadora.
Objetivo: Planear e implementar una situación/proyecto con estudiantes y familias, alineada a los campos formativos de la NEM (Lenguajes; Saberes y pensamiento científico; Ética, Naturaleza y Sociedades; De lo humano y lo comunitario), con evaluación formativa y evidencias claras.
Ruta en 6 pasos (puedes hacerla en 3–6 semanas)
Paso 0. Preparación (1 sesión)
Meta: crear condiciones para codiseñar.
Acciones:
Presenta qué es codiseño en lenguaje simple: “Vamos a decidir juntos qué aprender, cómo y para qué”.
Acordar 5 reglas del proceso (escucha, respeto, tiempos, roles, evidencias).
Define un tema paraguas (p. ej., agua, seguridad vial, alimentación, hábitat, patrimonio local) o deja que surja en el Paso 1.
Revisión rápida:
- Enunciado del propósito visible en aula.
- Calendario tentativo con 3 fechas clave (inicio, entrega intermedia, cierre).
- Carpeta/Drive para evidencias.
Paso 1. Codiagnóstico (1–2 sesiones)
Meta: escuchar intereses y contextos.
Instrumentos listos para imprimir:
Tarjetas de voz del estudiante (3 preguntas, en formato media hoja):
¿Qué tema te importa de tu entorno?
¿Cómo te gusta aprender? (hacer, leer, dibujar, investigar, entrevistar…)
¿Qué producto te emocionaría crear? (podcast, folleto, feria, prototipo, mural…)
Semáforo de problemas (post-its en tres carteles: rojo=urge, amarillo=importa, verde=me interesa).
Mini encuesta a familias (WhatsApp/Google Form de 3 preguntas):
¿Qué recursos o saberes tienen en casa para apoyar el tema?
Tiene la disponibilidad para 1 actividad puntual (sí/no).
Tienes contacto de un recurso comunitario (vecino, taller, negocio, institución).
Entregable: lista priorizada de retos con 1–2 temas finalistas.
Paso 2. Definición del reto y producto (1 sesión)
Meta: convertir el tema en reto auténtico y elegir producto(s).
Plantilla “de problema a reto” (llenar en plenaria):
Problema observado: __________
A quién afecta: __________
Evidencias/ejemplos locales: __________
Reto formulado (formato “¿Cómo podríamos…?”):
“¿Cómo podríamos (mejorar/disminuir/visibilizar) ____ en nuestra escuela/comunidad para ____?”
Producto(s) finales: (elige 1–2) cartel informativo, guía para familias, feria, podcast, prototipo sencillo, campaña, exposición.
Alineación curricular rápida: marca qué campos formativos tocará y qué contenidos/temas se conectan.
Paso 3. Coplaneación (1–2 sesiones)
Meta: calendarizar y repartir tareas con estudiantes.
Canvas de planeación (pizarrón o cartel):
Sabemos / Queremos saber / Dónde lo encontramos).
Actividades clave (3–6): investigación, visitas/entrevistas, experimentos, diseño de producto, revisión de pares, difusión.
Roles (por equipos): comunicación, investigación, diseño, logística, documentación.
Criterios de calidad del producto (definidos con el grupo, 4–6 criterios).
Incluye accesibilidad:
Ofrece múltiples formas de participación (escritura, audio, dibujo, manipulación).
Ajustes razonables con apoyo de USAER cuando aplique.
Paso 4. Prototipado y feedback (2–4 sesiones)
Meta: construir versiones iniciales y mejorar.
Rutina de retroalimentación “Me gusta / Me pregunto / Sugeriría”:
Cada equipo presenta en 3 minutos.
Pares y docente comentan con esa estructura.
Equipos eligen 1–2 cambios concretos y los aplican.
Evaluación formativa (breve):
Lista de cotejo por equipo (sí/parte/todavía no) sobre avance, fuentes usadas y claridad del mensaje.
Paso 5. Implementación y socialización (1–2 sesiones)
Meta: poner el producto en acción y compartirlo.
Opciones:
Mini feria en aula/patio, cápsulas de radio escolar, campaña en pasillos, entrega de guías a familias, demostración de prototipos.
Evidencias:
3 fotos clave, 1 video corto (≤60s), 1 testimonio por estudiante (“Hoy aprendí que…”).
Paso 6. Cierre, evaluación y mejora (1 sesión)
Meta: valorar procesos y aprendizajes.
Rubrica breve de proceso (escala 1–4):
Participación y colaboración
Uso de información fiable
Creatividad y pertinencia del producto
Comunicación del mensaje
Impacto/Utilidad para la comunidad escolar
Auto/Coevaluación:
Auto: “Lo que hice bien / Lo que mejoraré”.
Coevaluación: dos compañeros escriben 1 fortaleza y 1 sugerencia.
Retroevaluación del docente vinculada a los criterios acordados.
Cierre reflexivo: “Si repitiéramos el proyecto, cambiaríamos…”.
Para dar a concoer el proyecto a padres de familia u tutores.
Plantillas rápidas (copiar/pegar)
A. Mensaje a familias (WhatsApp)
Hola, familias. Iniciaremos un proyecto co-diseñado con los niños sobre [tema]. Buscamos [producto final] que beneficie a la comunidad. ¿Podrían responder este mensaje con: (1) un recurso o saber que puedan compartir, (2) si desean participar en una actividad puntual, y (3) contacto de alguien que pueda orientarnos (negocio local, institución, oficio)? ¡Gracias por ser parte!
B. Lista de cotejo de avance (para equipos)
- Definimos el problema y a quién afecta.
- Consultamos al menos 2 fuentes (libro, persona experta, observación).
- Prototipo listo y probado con compañeros.
- Incorporamos retroalimentación recibida.
- Preparamos la difusión (cartel/guion/guía).
C. Rubrica del producto final (1–4)
Claridad del mensaje
Evidencias que lo respaldan
Diseño/organización
Pertinencia para la escuela/comunidad
Presentación oral (si aplica)
D. Diario de aprendizaje (individual, 4 líneas)
Hoy participé en…
Descubrí que…
Me costó trabajo…
Próximo paso…
Cronograma sugerido (ejemplo de 4 semanas)
Semana 1: Paso 0–2 (preparación, codiagnóstico, reto y producto).
Semana 2: Paso 3 (co-planeación) + inicio de prototipos.
Semana 3: Paso 4 (retroalimentación iterativo) + ajustes.
Semana 4: Paso 5–6 (socialización y evaluación).
Si tienes menos tiempo, convierte cada paso en media sesión y elige 1 producto sencillo (p. ej., tríptico + microcampaña en pasillos).
Ejemplo express aplicado: “Agua segura en mi escuela”
Reto: ¿Cómo podríamos reducir el desperdicio de agua en la escuela para que alcance para todos?
Productos: cartel con datos locales + campaña de “botón rápido” en llaves + video de 60s.
Actividades clave: medición de goteos, entrevista al intendente, cálculo del ahorro, diseño de mensajes, prueba piloto en un baño.
Criterios de calidad: datos correctos, mensajes claros, acciones factibles, participación de al menos 2 grados.
Impacto esperado: bajar goteos y que 3 grupos adopten la práctica.
Consejos prácticos para que funcione
Comienza chico: un solo reto y un solo producto potente.
Pon los criterios visibles desde el día 1.
Integra evidencias en el camino, no al final.
Asegura múltiples vías de expresión (texto, audio, dibujo, manipulación).
Cada sesión, cierra con próximo paso concreto por equipo.
La Fase Intensiva del Consejo Técnico Escolar CTE será del 25 al 29 de agosto.
La Secretaría de Educación Pública (SEP) pidió a supervisores y directores de educación básica evitar que el Programa Analítico y el Programa de Mejora Continua se conviertan en instrumentos de control administrativo dentro de las escuelas.
Y es que subrayó que ambos documentos son herramientas de trabajo pedagógico, cuya finalidad es apoyar los procesos de enseñanza y aprendizaje, y no representar una carga burocrática para los colectivos docentes.
En el documento ‘Orientaciones para la Preparación de la Fase Intensiva del Consejo Técnico Escolar (CTE) 2025-2026’ dirigido a Supervisores y Directivos, la SEP recordó que durante el primer mes del ciclo escolar las comunidades educativas seguirán recabando e interpretando información para la construcción de estos programas, por lo que no deberán solicitarse al término de dicha fase del Consejo Técnico Escolar.
Asimismo, la institución enfatizó que tanto el Programa Analítico como el de Mejora Continua son documentos “abiertos, flexibles, vivos e inacabados”, lo que permite que se ajusten y enriquezcan de manera constante a lo largo del ciclo escolar, en función de las necesidades de cada plantel.
Cabe señalar que, según el Calendario Escolar 2025-2026, la Fase Intensiva del CTE será del 25 al 29 de agosto, en donde los temas a tratar son:
La lectura de la realidad
El Programa Analítico
El Programa de mejora continua
Actividades de organización de la escuela para recibir a niñas, niños y adolescentes.
En ese sentido, la SEP explicó a Supervisores y directivos que “los procesos que inician los colectivos docentes y de agentes educativos en la Fase Intensiva: lectura de la realidad, codiseño del Programa Analítico y Proceso de Mejora Continua, no se concluyen en esta semana de trabajo, sino que podrán concretarse en los primeros meses del ciclo escolar”.