El lunes 26 de agosto, el sol aún no había salido del todo cuando Daniel se despertó emocionado y un poco nervioso, eran casi las 5:30 de la mañana. Era su primer día en secundaria, y el día prometía ser un nuevo capítulo lleno de oportunidades y desafíos. La noche anterior, no pudo dormir bien, imaginando cómo sería su nuevo entorno y si haría amigos rápidamente.
Su madre lo encontró en la cocina, donde él intentaba preparar un desayuno rápido. “¡Buenos días, campeón!” le dijo ella con una sonrisa cálida. “¿Listo para tu primer día en la secundaria Humberto Muñoz?”
Daniel asintió, mientras tomaba un bocado de su tostada. “Sí, creo que sí. Solo espero no perderme en el camino.”
Con una sonrisa tranquilizadora, su madre le ayudó a revisar su mochila. Todo estaba en su lugar: cuadernos, y un par de lápices recién afilados. También incluyó un pequeño bocadillo, en caso de que le diera hambre durante el receso. Había un olor a uniforme nuevo, pantalón caqui y camisa tipo polo color blanco con el grupo bordado en la manga izquierda y el escudo de la secundaria cerca del corazón.
Llegaron a la secundaria, y el bullicio en los pasillos y el pórtico de la entrada era palpable. Daniel sintió una mezcla de nervios y emoción al ver a otros estudiantes reunidos, conversando y riendo. Después de la asamblea se tomó un momento para respirar profundo antes de entrar a su primer aula.
El profesor Taylor de la clase de Biología lo recibió con una cálida bienvenida y les enseño las instalaciones de la secundaria, y pronto, Daniel comenzó a relajarse. Hizo su primera amistad con un compañero llamado Luis, quien también estaba nervioso por el primer día. Juntos, exploraron la secundaria y encontraron la cooperativa, donde compartieron unas empanadas mientras intercambiaban historias y expectativas para el año escolar.
Durante el receso de 20 minutos, Daniel se sintió cada vez más cómodo. Los estudiantes estaban más amigables de lo que había imaginado, y se sorprendió al darse cuenta de que, a pesar de que todo era nuevo, había muchas personas que estaban tan ansiosas como él por hacer amigos y adaptarse.
Al final del día, cuando su madre llegó para recogerlo, Daniel estaba cansado pero contento. “¿Cómo te fue?” le preguntó ella mientras se subían al auto.
Daniel sonrió ampliamente. “¡Fue genial! Conocí a muchos nuevos y me gustó mucho la escuela, esta bien grande mamá. Creo que va a ser un buen año.”
A medida que se dirigían a casa, Daniel le contaba a su madre todos los detalles de su día, desde las materias nuevas, la asamblea donde se formaron todos, el director hablo, presentaron al personal vestidos todos de color azul, el horario pegado en una pared, se tenían que ir de un salón a otro, Inglés, español, geografía, la prefecta Rubens, el agua fría, la cooperativa llena. Hablo de todo lo que vió, hasta los pequeños detalles como el mural de la entrada que decía Bienvenidos con letras de colores, le habían hecho sentir realmente bienvenido. La sensación de haber superado el primer día le llenó de confianza, y sabía que, aunque había desafíos por venir, estaba listo para afrontarlos.
Esa noche de lunes, antes de dormir, Daniel se sentó en la cama con una sonrisa satisfecha. Sabía que el camino por delante estaba lleno de aventuras y aprendizajes en la secundaria Humberto Muñoz Zazueta.
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