El amor es complicado. No porque sea difícil de sentir, sino porque nos enseñan que tiene que ser perfecto, como en las películas. Desde que soy niña, he escuchado que el amor es encontrar a “tu otra mitad”, que cuando amas a alguien todo es bonito y mágico. Pero nadie habla de la parte en la que el amor también duele.
He estado enamorada, o al menos eso creo. Es una sensación extraña, como si de repente alguien se convirtiera en tu pensamiento favorito, en la razón por la que sonríes sin darte cuenta. Pero también es aterrador. Porque cuando amas, entregas una parte de ti, y siempre existe la posibilidad de que esa persona no la cuide como esperas.
Me gustaría decir que el amor es solo felicidad, pero no lo es. A veces es esperar un mensaje que nunca llega, sentir que no eres suficiente, o ver a la persona que quieres con alguien más. Pero también es reírse juntos de cosas tontas, sentir mariposas en el estómago y compartir silencios que no incomodan.
Aún no sé qué es exactamente el amor. Solo sé que no quiero que sea como en los cuentos de hadas, donde todo es perfecto y predecible. Quiero un amor real, con errores, con momentos incómodos, con risas genuinas y sentimientos sinceros. Y aunque sé que a veces dolerá, también sé que valdrá la pena sentirlo.
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