Hoy me siento agotada, pero no es un cansancio físico… es mental. Últimamente me he dado cuenta de que pienso demasiado las cosas. Dicen que “sobrepensar” es como correr una carrera sin moverte del lugar, y creo que yo vivo así casi todos los días.
Me pasa que, aunque algo salga bien, mi mente siempre encuentra la forma de buscarle el “pero”. Si una amiga me escribe menos de lo normal, pienso que hice algo malo. Si alguien tarda en responderme, me invento mil razones: que ya no le caigo bien, que lo que dije fue tonto, que seguro prefieren estar con alguien más. Sé que muchas veces nada de eso es real, pero mi cabeza no me deja en paz.
Lo peor es en la noche. Me acuesto y repito una y otra vez conversaciones viejas. Me acuerdo de cosas que dije hace meses y me da vergüenza, aunque probablemente nadie lo recuerde. O empiezo a imaginarme mil escenarios de cosas que ni han pasado, como si mi mente necesitara adelantarse al futuro para “prevenir” que algo salga mal. Y lo único que logro es no dormir.
A veces me da miedo vivir tan atrapada en mis pensamientos. Porque sé que no todo lo que imagino es verdad. Pero mi corazón se acelera como si sí lo fuera, como si cada pensamiento negativo fuera una advertencia. Y yo me lo creo.
Trato de distraerme: escucho música, escribo, hasta veo videos tontos para dejar de pensar. Pero siempre vuelvo al mismo círculo. Me pregunto si algún día aprenderé a apagar mi cabeza, o si tendré que cargar siempre con esta costumbre de darle vueltas a todo.
Lo único que me calma un poco es escribirlo aquí. Porque en el papel ya no suena tan grave como en mi cabeza. Tal vez estoy aprendiendo a soltar poco a poco. Pero, por ahora, solo quiero un respiro de mí misma.
Comentarios