Hoy he estado pensando mucho en cómo manejo el enojo, porque honestamente, siento que se me escapa de las manos más veces de las que me gustaría admitir. No sé si es porque tengo demasiadas cosas acumuladas en mi cabeza o porque simplemente no sé cómo expresar lo que siento, pero cuando algo me molesta, es como si se encendiera un interruptor y de pronto no pudiera detenerme.
Es frustrante. No quiero explotar, no quiero decir cosas de las que luego me arrepiento, pero a veces siento que no tengo otra opción. Todo se acumula dentro de mí: las críticas de mis papás, el estrés de la escuela, las discusiones con mis amigas, y hasta cosas pequeñas, como que alguien me interrumpa o no escuche lo que digo. Todo eso me va llenando como un globo hasta que, eventualmente, reviento.
Lo peor de todo es que, después de un arranque de enojo, siempre me siento mal. Me siento culpable por haber gritado, por haber actuado de una manera que no me gusta. Es como si mi enojo fuera más fuerte que yo, como si no pudiera controlarlo, y eso me hace sentir débil. Porque sé que no es justo desquitarme con los demás, especialmente con las personas que me importan. Pero, en el momento, es difícil detenerme.
A veces trato de justificarme diciendo que tengo razones para estar enojada. Y es cierto, todos tenemos cosas que nos molestan. Pero me doy cuenta de que no es tanto lo que pasa, sino cómo reacciono a ello. Porque, aunque tenga razón para estar molesta, mi reacción exagerada solo empeora las cosas. Si discuto con mis papás, termino diciendo algo hiriente y luego el problema es más grande. Si me enojo con una amiga, puedo alejarla, incluso si lo que me molestó no era tan grave.
Últimamente he estado buscando formas de controlar mi enojo, porque sé que no quiero seguir así. Lo primero que estoy intentando es detenerme antes de explotar. Me he dado cuenta de que siempre hay un momento, justo antes de que diga o haga algo de lo que me arrepentiré, en el que puedo tomar una decisión. Es difícil, pero estoy tratando de respirar profundo y darme unos segundos para pensar. A veces funciona, otras no tanto, pero estoy tratando.
Otra cosa que estoy intentando es escribir lo que siento. Este diario me ha ayudado mucho, porque me permite sacar todo lo que llevo dentro sin necesidad de gritar o discutir con alguien. Cuando escribo, puedo organizar mis pensamientos y entender mejor por qué estoy enojada. A veces, me doy cuenta de que lo que me molesta no es tan importante como parecía en el momento, o que hay una forma más tranquila de resolverlo.
También he empezado a darme cuenta de que muchas veces mi enojo viene de cosas que no digo en el momento. Por ejemplo, si algo me molesta, pero no lo hablo porque tengo miedo de cómo reaccionará la otra persona, eso se queda dentro de mí y, eventualmente, explota. Estoy tratando de ser más honesta y de expresar mis sentimientos antes de que se acumulen. No siempre es fácil, porque me da miedo que la gente se moleste o me rechace, pero estoy aprendiendo que es mejor hablar las cosas a tiempo que guardarlas y luego estallar.
Sé que no voy a cambiar de un día para otro. Todavía tengo mucho que aprender sobre cómo manejar mi enojo y cómo ser más paciente conmigo misma y con los demás. Pero creo que el simple hecho de darme cuenta de que quiero mejorar ya es un buen comienzo. No quiero ser una persona que se deja llevar por el enojo, que hiere a los demás o que siempre está a la defensiva. Quiero aprender a manejar mis emociones de una manera más saludable, porque sé que eso me hará sentir mejor conmigo misma y con las personas que me rodean.
Escribir esto me hace sentir un poco más ligera. Es como si, al poner en palabras lo que siento, pudiera entenderme mejor. Todavía me falta mucho camino por recorrer,
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